viernes, octubre 24, 2008

Lo van a excomulgar al buen Jabaz!

Otra parte, nueva columna en Milenio Semanal

Desde el domingo 12 de octubre tengo una columna en la revista Milenio Semanal: "Otra parte". Aquí van los textos que publiqué ese día y el domingo 19.

Otra parte
Paisaje mexicano

Apenas doscientos kilómetros separan a Guadalajara de este antiguo asentamiento de guachichiles y caxcanes. Capital mundial del “piteado” —esos cinturones y otros artículos manufacturados con finos hilos de maguey o de plata—, Colotlán fue fundado en 1589 por el hacendado Lucas Telles y cuatrocientas familias tlaxcaltecas, feroces pacificadores de los chichimecas insumisos que asolaban esa región de lo que ahora es el norte de Jalisco y parte de Zacatecas.
A la mitad de la sinuosa carretera, horadada por chubascos inmisericordes, y después de haber dejado atrás barrancas y cerros reverdecidos, una huidiza caída de agua y el rejuvenecido y terroso río Juchipila —hediondo y enrojecido en la estación de secas, cuando recibe a su paso aguas negras, grasas y aceites—, la feraz geografía se despliega para presumir al viajero mesetas imponentes y formaciones basálticas que se antojan gigantescos templos prehistóricos. A los dos lados del horizonte descansan los macizos montañosos que han visto pasar insurrecciones indias y sangrientas guerras fratricidas. Un panorama salpicado por unos pocos sembradíos de agave o de maíz y que, de tan verde, compite con la lluviosa campiña irlandesa.
El contorno del norte de Jalisco es caprichoso y sus límites se hunden como un tosco tridente en el oeste zacatecano. A pesar de la vecindad con numerosos pueblos del estado vecino, los habitantes de Colotlán y poblaciones aledañas conservan su acento jalisciense.
El estado de contemplación se esfuma al llegar a Tlaltenango, cruzado por el río Xaloco, cuya furia estragó el pueblo en julio pasado dejando veintitrés desaparecidos y dos niños y una anciana muertos. Hasta entonces el río, que baja soñoliento de la sierra de Morones, nunca se había rebelado así, pero, explican los lugareños, las vacas muertas y tanta basura atorada en los puentes provocaron el desbordamiento.
En el camino recuerdo a Magali Cortés, que murió de encefalitis en octubre de 2007. Ella cruzaba a nado el envenenado río Santa Rosa para llegar a la escuela. Era inevitable que tragara un poco de esa agua. Con voz apenas audible, Magali, de trece años, le había pedido a Manuel Cota Jiménez, presidente municipal de Tepic, que construyera un puente. El funcionario se lo prometió —hay un video en YouTube—, pero el puente se levantó casi un año después.
Aparece también el ánima de Miguel Ángel, el niño muerto en El Salto diecinueve días después de haber caído al nauseabundo río Santiago. Le encontraron una gran cantidad de arsénico en la sangre pero César Coll Carabias, de la Comisión Estatal del Agua, sólo atinó a declarar que “vigilarán las descargas” de aguas residuales que las empresas vierten al río, pero “no habrá sanciones para quienes lo contaminen, pues no se trata de una medida recaudatoria”.
Unas semanas atrás, en Guadalajara, Laura fue tragada por una boca de tormenta sin tapa. Su cuerpo apareció días después en un canal a varios kilómetros de la ciudad. Otra noticia informa del deceso, entre dolores indecibles, de Mariana Miranda, de dieciocho años, por dengue hemorrágico. Se le había diagnosticado dengue dos veces pero solamente le recetaron paracetamol y un antibiótico. Después de muerta el secretario de Salud Jalisco, Alfonso Gutiérrez, dijo que había fallecido por una “infección de garganta”. “¿Cómo voy a creer que se haya muerto?”, pregunta su madre. “Oímos todos los días que tenemos que acudir a un centro de salud. Ahora, ¿qué hacemos? ¿Nos autorrecetamos?”, le preguntó a la periodista Vanesa Robles.
Colotlán no me parece tan feo como me habían dicho. Hay cibercafés y gente a caballo. Por la noche habrá velada en la casa del maestro Román Flores y otros académicos del Centro Universitario del Norte —de la U. de G. A sus sesiones semanales de discusión, tequila y comilonas las han bautizado burlonamente como “la Wikipedia”.
Por la mañana, después de caminar entre la parroquia de San Luis y los puestos de mercadería pirata, me dirijo al café de los portales y me siento a leer el diario que compré en una tienda de ropa.
Una hermosa niña de grandes ojos se acerca y me pregunta si puedo ayudarla. Su padre está en la cárcel, pero ignora la razón, me confía. Ella, su madre y su hermanito —que están en la esquina— son de Villa Guerrero, un pueblo cercano, y no han probado alimento desde anoche. Pongo veinte pesos en su mano y sus ojos se abren aún más. Sonríe y desaparece. Al lado del café hay una cerrajería cuyo dueño, un tipo alto y risueño, canta mientras va y viene en su motoneta. En una de sus ausencias llega una anciana a buscarlo, jala un perrito amarrado con un mecate. “Acaba de irse”, le digo. “¿Puede dejarle un recado? Voy a llevar el perro al veterinario”. “Con gusto”, apunto su nombre y dirección. Al llegar el cerrajero le paso el mensaje de la anciana y, cantando, sale tras ella. Ahora la niña del padre preso pasa corriendo frente a mí con una bolsa de plástico entre la manos y una sonrisa estampada en la cara. Me mira. Le sonrío. Dejo de leer el diario. En un rato más regresaré a Guadalajara por ese sinuoso camino colmado de historias.


Paradojas juveniles

En 1931 el escritor francés Paul Nizan publicó en su libro Adén Arabia estas líneas: “Yo tenía veinte años. No permitiré que nadie diga que es la edad más hermosa de la vida. Todo amenaza con la ruina a un hombre joven: el amor, las ideas, la pérdida de la familia, la entrada en el mundo de los adultos. Es duro aprender cuál es su lugar en el mundo”. Medio siglo más tarde, los entonces jóvenes escritores Naief Yehya y Guillermo Fadanelli, mandamases de la revista Moho, declaraban en el manifiesto de esa publicación contracultural: “No creemos en la juventud, eso está bien para los toros y las mulas”. Frases desmitificadoras que contradicen sentencias poco apegadas a la realidad como aquélla proferida en los ya lejanos años setenta por Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
Fueron jóvenes en su mayoría los participantes en el movimiento de 1968 —hoy un buen pretexto para desmanes de porros y vándalos—, y también lo son los miles de católicos integristas que desearían ver instaurado el reino de Dios en la tierra y que se oponen al aggiornamento de la moral y las buenas costumbres —guiados por líderes de dudosa reputación. Nada más estereotipado, pues, que el vago concepto de juventud, sinónimo de paradojas y contradicciones.
Como paradójica y contradictoria fue la actitud de los anarcopunks que buscaban un enfrentamiento con la policía durante la Cumbre de Guadalajara en mayo de 2004. Muchos de los globalifóbicos patearon furiosamente los escudos de los policías, les arrojaron palos y piedras y escupieron contra ellos el fuego de latas de aerosol convertidas en lanzallamas de bolsillo.1 Sólo un ingenuo podría pensar que no habría una reacción. La represión —brutal, desmesurada, es cierto— se desataría muy pronto. Esa misma tarde la mano de hierro de un gobernador intransigente se hizo sentir en los cuerpos de decenas de jóvenes —muchos de ellos inocentes— que, tristemente, desean para este país un sistema semejante al de la Cuba castrista, con todo y su autoritarismo, falta de libertades civiles y probada ineficiencia. El mismo sistema que anhela para México la bolivariana veinteañera Lucía Morett, a quien puede verse en un video festejando al ya eliminado Raúl Reyes, alto dirigente de las narcoguerrillas de las FARC.
Paradójica y contradictoria la conducta de Andrés Gómez Emilsson —ese Archi salido del mundo bizarro de los cómics de Supermán— y de otro estudiante al gritarle “espurio” a Felipe Calderón y que en México “no hay libertad de expresión”. Aunque fue grave, por innecesaria, la detención de los dos muchachos por el Estado Mayor Presidencial, éstos no fueron golpeados ni encarcelados ni torturados o asesinados, como habría ocurrido en los tiempos del priato. (Desconcierta, sin embargo, que esos mismos jóvenes no hayan manifestado su indignación contra Marcelo Ebrard por la muerte de nueve adolescentes en la discoteca New’s Divine por culpa de la corrupta policía capitalina.)
Al aceptar el Premio Nacional de la Juventud de manos de un presidente al que no reconoce, el aplicado pero petulante mozalbete Andrés Gómez demostró su incongruencia. Sin rubor, declaró que sus “habilidades matemáticas” le hicieron “saber” que hubo fraude contra López Obrador, pero ignora que no hay nadie en el universo académico que lo haya probado. Dijo que hay estadísticas que lo llevaron a concluir tal afirmación, pero es evidente que desconoce los análisis de Javier Aparicio y de Fernando Pliego Carrasco —e incluso el muy cuestionado de José Antonio Crespo.
El galardón que recibió el preparatoriano es convocado por el gobierno federal, el mismo al que califica de espurio, pero aun así no lo rechazó. Si Calderón es un usurpador, como chilla un día sí y otro también Andrés Manuel López Obrador, ese premio también lo es. Y al haberlo aceptado legitimó al gobierno que dice desconocer. A la hora de felicitar al adolescente el “presidente legítimo” no reparó en esa notoria ausencia de lógica. “Llamar la atención”, como sólo quería Gómez Emilsson, es un acto oportunista que únicamente abona a la causa deslavada de un ex candidato presidencial por el que no votó la inmensa mayoría de ciudadanos. Hagamos cuentas, como le gusta al joven matemático: Calderón tuvo poco más de 15 millones de votos; López Obrador casi lo alcanzó; Roberto Madrazo más de 9 millones; Patricia Mercado rebasó el millón; Roberto Campa, 400 mil; además hubo casi 300 mil votos para candidatos no registrados y más de 900 mil votos nulos. La suma: más de 26 millones de votantes que no lo hicieron por AMLO —sin contar a los 29 millones y medio de abstencionistas—, quien sigue insistiendo en que el “pueblo bueno” está de su lado y que todos los demás son “traidores a la patria”. Números: ¿de cuántos mexicanos hablan, muchachos, cuando se refieren al pueblo bueno?

Nota
1. Aunque se dice que hubo infiltrados del Gobierno del estado, el tono de la manifestación fue estridente y beligerante. La 3ª Cumbre de la Unión Europea, América Latina y el Caribe en Guadalajara tuvo lugar el 28 y 29 de mayo de 2004; véase “Globalifóbicos vs. policía Guadalajara”, partes 1 a 4, en YouTube.com