martes, marzo 11, 2008

Transparencia y derechos humanos

En la nota 'Refrenda CDHDF su deber con la transparencia' (www.periodistasenlinea.org) se lee que 'El presidente de la CDHDF, Emilio Alvarez Icaza, dijo que la rendición de cuentas, la transparencia y el derecho a la información son parte del proceso de construcción de ciudadanía que se funda en el reconocimiento de los derechos de las personas' y que 'La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) recibió 142 solicitudes de información pública en los primeros meses del año, mientras que en el mismo periodo de 2007 atendió tan sólo 65 peticiones'.
En los párrafos que siguen el bien pagado presidente de esa institución pública presume de los logros de su gestión en relación con la transparencia y de 'la labor de la CDHDF gira en torno a la autonomía, la ciudadanización, la profesionalización, la incorporación de estándares internacionales, la integralidad de los derechos humanos y la transparencia y rendición de cuentas'.
Fantasía pura. Como bien dice mi primazo Héctor Villarreal, quien 'ya tenía conocimiento de esta tomada de pelo. Las respuestas a las solicitudes de información que han hecho es porque lo ordena la ley, no porque sean buena onda ni 'transparentes'. Es tan falso que sean los 1 en transparencia que ni siquiera publican en internet la situación patrimonial ni del presidente, Monseñor Emilio, a diferencia de muchas dependencias que lo hacen desde hace años'.
Una vez más, pura simulación. O no es cierto, defensores?

Cretinismo de izquierda

Carlos Imaz, de infausta memoria, escribió en las páginas del diario estalinista La Jornada la siguiente perorata -nótese el lenguaje priista:

¿Cómo reconocer un gobierno de izquierda?
Carlos Imaz Gispert

Sin lugar a dudas que existen varios elementos a considerar en la respuesta, por ejemplo: sus posiciones políticas, sus mecanismos de decisión o su respeto a los derechos civiles y políticos, pero, en este caso, me atendré a las políticas públicas que el gobierno desarrolla para mejorar las condiciones materiales de vida promoviendo la equidad social.
Un gobierno de derecha hablará de 'igualdad sólo ante la ley' y reivindicará las 'leyes del mercado' como "mecanismo rector de la vida social'. En los hechos, la ley del más fuerte y despiadado. Para ellos, el mecanismo fundamental para distribuir la riqueza es el del 'mercado salarial'. Por cierto que el salario mínimo en México, de 1982 a 2008, cayó 75 por ciento en términos reales.
Por el contrario, promover la equidad social significa no sólo reconocer la desigualdad social promovida por dichas 'leyes del mercado', sino asumir que el 'trato de iguales' a los desiguales sólo profundiza la desigualdad y desde ese reconocimiento desarrollar acciones y políticas públicas que tiendan a disminuir las abismales diferencias. En esta lógica, un gobierno de izquierda sería aquel que defiende, crea y materializa derechos sociales. Entendidos estos, en nuestra acotada referencia, como el acceso a recursos o servicios públicos que ofrece, o puede ofrecer, el propio gobierno y que signifiquen la creación de condiciones más equitativas de vida para la población.
Ahora bien, para que estas políticas públicas no sean una dádiva que reclama un intercambio (clientelismo y corporativismo), a las que por lo tanto les conviene mantener la condición de desigualdad, éstas deben, en su universalidad, garantizar su acceso sin condición alguna. Aunque los universos puedan ser acotados por su pertenencia a una población específica, por ejemplo, el apoyo a los adultos mayores, para que sea un derecho social, el acceso tendrá que garantizarse a todos los que cumplan dicha condición.
De políticas públicas recientes, que sí generan condiciones de equidad, podemos señalar algunos ejemplos significativos en la ciudad de México: incrementos salariales superiores a la inflación para sus trabajadores; pensión alimenticia, transporte público, atención médica y medicinas gratuitas para los adultos mayores; becas escolares para madres solteras y sus hijos; becas para discapacitados; libros de texto, útiles y uniformes escolares para todos los estudiantes de educación básica pública; transporte escolar gratuito para actividades académicas o de recreación; centros públicos de cómputo e Internet; acceso gratuito a una creciente oferta cultural; becas para estudiantes de bachillerato, seguro de desempleo, etcétera.
A cada una de ellas la derecha se ha opuesto argumentando que son medidas populistas que 'distorsionan el mercado' y, aunque no sustancian el calificativo, han dejado en claro su oposición a cualquier acción concreta que posibilite, al menos, el ejercicio de los derechos sociales consagrados en la Constitución (incluido el salario remunerador), y por supuesto se horrorizan ante la posibilidad de construir nuevos derechos sociales. Por el contrario, hacer realidad y ampliar los derechos sociales es el deber ser de un gobierno de izquierda.

El joven politólogo José Ramón López Rubí Calderón le responde lo siguiente:

Con eso no alcanzo a reconocer un buen gobierno de izquierda. Se siguen haciendo tontos con las libertades. Y las preocupaciones sociales (deberes del gobierno) son algo que comparto, pero no bastan tampoco. Si la 'derecha' se equivoca al ignorar un lado, la 'izquierda' igualmente se equivoca al meramente apuntar al otro (que el contraste entonces es mejor). Meto el caso de Cuba y sus niveles educativos: muy altos, cierto, el problema es que el punto de estar educado es poder hacer algo con ello. Se trata de un motor, no de un tesoro. No es el caso cubano. Esta presunta izquierda es tan bruta que no puede ver que la igualdad no tiene que matar la libertad, ni que solamente le es y debe ser instrumental: la verdadera igualdad no es sino el igual acceso a la libertad (no al quedar jodido pero acompañado).

miércoles, marzo 05, 2008

Debate de altura...


El pasado domingo 2 de marzo, al final de su artículo en La Jornada 'Los sindicatos y el gobierno', Arnaldo Córdova elude torpemente las críticas que le hicieron Luis González de Alba y Jaime Sánchez Susarrey a su texto 'El problema del PRD', del 3 de febrero en el mismo diario. Los textos de Luis y de Jaime están acá abajo, lo mismo que uno mío -también reproducido aquí- que envié a José Woldenberg con la intención de que lo publicara en Nexos, pero, sospechosamente, no recibí respuesta. Una versión abreviada se publicó en Milenio Monterrey. (En la foto, Asnaldo...)
La penosa 'respuesta' de Córdova, que éste seguramente piensa que es ingeniosa -y de altura-, deja ver su profunda petulancia y, lo peor, su incapacidad para asimilar críticas y elaborar una respuesta inteligente. Al parecer el Peje, como a muchos, lo hipnotizó y lo dejó medio dañado. Va su parrafito:

PS. A mis críticos quiero decirles que, cuando me planteen un debate de altura, tendré mucho gusto en atenderlos. ¿Qué podría contestarle ahora a González de Alba, cuando sostiene que sólo digo bobadas y luego me suelta la idiotez de que pedir perfección a la izquierda es ser de izquierda y pedirlo a la derecha es considerarla izquierda (algún cable malenchufado debe traer), o a Sánchez Susarrey, que repite como loro la idea fija de Octavio Paz de que la izquierda carece de ideas y estima que soy un retrógrado (como López Obrador)? Sólo lamento que mis artículos les provoquen agruras (con lo que les puede dar gastritis, que es mortal, según Calderón y Soberanes), porque, aunque no lo crean, me preocupa su salud (sobre todo mental).

Hasta aquí el viejo Arnaldo. No puedo dejar de copiar en seguida el texto que publicó Christopher Domínguez Michael en Letras Libres en agosto de 2007, a propósito también de un lamentable artículo de Córdova. Va.

La mafia nos robó la prominencia
Christopher Domínguez Michael

No había yo leído el artículo de Arnaldo Córdova (La Jornada de mayo pasado) donde le responde a Enrique Krauze sobre el malhadado diálogo de Octavio Paz y la izquierda. La ligereza de Córdova es lamentable por venir de un historiador que estuvo entre aquellos que se esforzaron en iluminar la naturaleza del régimen de la Revolución mexicana. Que López Obrador, en la apología justificatoria (La mafia nos robó la presidencia, etc.) que circula en estos días, muestre una inquebrantable indigencia escolar, es natural; pero que algunos entre quienes lo apoyaron, como Córdova, se solacen en los chistoretes y en el resentimiento, no es menos lastimoso por ser predecible. En fin, ya Krauze se refirió en su respuesta en Reforma (15 de julio) a la majadería imperante.
'Yo qué carajos tengo que ver con el muro de Berlín o con los campos del Gulag', dice Córdova en un párrafo que Krauze subraya como inaudito. Aunque militó de joven en el Partido Comunista Mexicano y estudió en Italia con Umberto Cerroni, uno de los intelectuales comunistas más influyentes, puede concederse que Córdova prefirió reformular el 'nacionalismo revolucionario' que ampararse en la tradición comunista. Lo que él hizo en los años setenta fue venderle a los jóvenes marxistas la vieja mercadería del lombardismo, desprestigiada por aquella doble devoción de Vicente Lombardo Toledano por Stalin y por Miguel Alemán, equilibrismo que asombraba a Paz. El régimen de la Revolución, decían los lombardistas y decía Córdova, era un régimen nacional–popular apoyado en las masas obreras organizadas. Lo que Córdova explicaba en ese entonces era cómo aquel nexo corporativo se diluía gracias al desgaste natural de la maquinaria despótica, al fastidio de algunos de los viejos nacionalistas y a la aparición del sindicalismo universitario. La esperanza política de la izquierda estaba en que los sindicatos despojasen al Estado de su legitimidad entre los trabajadores y se llevasen la música de la Revolución mexicana a otro lado. En ese otro lado aguardaba, envejecida de tanto esperar, la Revolución rusa y cuando ésta empezó a dar de sí, tomaron su relevo los eurocomunistas.
También Paz (en El ogro filántropico, 1979) y muchos otros intelectuales creían (y en eso todos nos equivocamos) que el final del PRI estaría relacionado con la democratización y la independencia de los sindicatos. Pensamiento muy de la época y que hoy aparece, en efecto, como antediluviano: sin la libertad sindical de 'la clase obrera', la democracia era inconcebible.
Aquella operación de Córdova, una vuelta a la discusión clásica sobre lo que es y lo que no es una revolución, no estuvo del todo mal hecha e inclusive, mucho antes que él dorara la píldora en La ideología de la Revolución mexicana. La formación del nuevo régimen (1973), ya formaba parte del horizonte común a todos los hijos izquierdistas de la Revolución mexicana entre los cuales se contaba, orgulloso de su linaje, Paz. Y si OP no leyó los libros de Córdova, hizo mal. Habría corroborado que 'la nueva izquierda' se despreocupaba de Moscú y de Pekín y de Rosa Luxemburgo y del renegado Kautsky y volvía a leer a Luis Cabrera y a Soto y Gama y a otros precursores y protagonistas de 1910 a quienes Córdova dedicó algunas páginas sobresalientes. Casi no necesito agregar que Córdova no suele citar a Paz en sus libros, autor cuyas opiniones, si nos atenemos a lo que dice en La Jornada, le resultaban muy relevantes desde 1966 y por cuya aprobación sigue suspirando.
Córdova debería acordarse que él y sus camaradas 'nacionalistas revolucionarios' del Movimiento de Acción Popular concurrieron a la fundación del Partido Socialista Unificado de México cantando La Internacional e identificándose con la hoz y el martillo, y fundaron un partido que tuvo entre sus urgencias el desembarazarse de lo poco que los comunistas mexicanos habíamos avanzado en un proceso de desestalinización, interrumpido desde entonces, año de 1981, con las consecuencias que padece por ello, todos los días, nuestra democracia...
Otro punto. Se habla de 'Paz y la izquierda' como de si se relataran las aventuras de un marciano en Júpiter. ¿A qué otro mundo si no es al de la izquierda heterodoxa internacional perteneció Paz toda su vida ? ¿No publicó El laberinto de la soledad en Cuadernos Americanos, la tribuna de la izquierda nacionalista? ¿No fueron sus amigos Jorge Semprún, François Furet, Kostas Papaioannou, Cornelius Castoriadis, Milán Kundera, Ricardo Muñoz Suay? ¿No fue la opinión pública de izquierdas, dentro y fuera de México, la que aplaudió la renuncia de 1968 a la embajada en Nueva Delhi? ¿No le dijo Paz a Julio Scherer, diez años después en una célebre entrevista, que su esperanza era el socialismo democrático? Se me dirá que el lugar de OP en la izquierda (y dentro de la tradición liberal) es problemático. Claro que lo es: las afiliaciones precisas, como las devociones inmaculadas, no son propias de personas inteligentes.
Por su grotesca ligereza moral el deslinde de Córdova quedará en el libro negro como un diminuto contraste de lo que fue la vida intelectual de un Octavio Paz...
¡Qué lejos estamos de José Revueltas, a quien atormentaba la culpa colectiva que todos los hombres del siglo XX teníamos por los procesos de Moscú y sus malignas consecuencias!
(Creo en la culpa colectiva porque soy judío. También Revueltas lo era, en el sentido figurado, que es el que importa).
De lo que sí se acuerda Córdova es que Paz no lo leyó o no confesó haberlo leído en el momento en que el profesor lo necesitaba para su autoestima. En ésta y en tantas otras ocasiones ése y no otro es el problema: el azoro de los profesores heridos en su sensibilísima vanidad porque el poeta nacional (que eso es OP en los estrechos términos que ellos pueden colegir) no los redimió con la varita mágica de una alabanza, de un acuse de recibo o de un coscorroncito.
Es mejor no personalizar el diálogo de Paz con la izquierda, como lo dice José de la Colina en Correo fantasma, el blog vecino. La verdadera discusión de Paz con el marxismo, con la socialdemocracia, con el nacionalismo revolucionario, está en sus artículos y en sus ensayos, tal cual lo han ido corroborando tantos entre aquellos que no estaban dispuestos a concederle un ápice de razón...

AMLO niega a su apóstol

Un breve artículo muy significativo de Carlos Marín, hoy en Milenio.

… y AMLO volvió a renegar
Carlos Marín

Ayer, Francisco Zea (Canal 28 del Grupo Imagen) le planteó a su prominente entrevistado:
'Carlos Marín en Milenio escribió que tienes que dar la cara por René Bejarano, que porque Bejarano es un activista en tu favor; que porque es tu más fiel servidor…'.
Andrés Manuel López Obrador atajó: 'Marín dice muchas cosas, con todo respeto. Mira, hay toda una campaña de ataques porque les molesta mucho esto, éste es el asunto…'.
'¿Bejarano te ayuda o no te ayuda?', acorraló Zea.
'No, para nada', mintió por enésima ocasión (en este asunto) López Obrador.
'O sea, de plano sigue siendo el apestado…', comentó el entrevistador.
'No', volvió a mentir López Obrador. 'Sencillamente no tengo relaciones con él; desde el escándalo ése de los videos, desde que querían destruirme como ahora, como siempre…'.
Y reencauzó la entrevista por los rumbos de sí mismo.
¿Cómo puede AMLO usar y renegar así de una persona que como nadie nunca se ha roto la madre por él?

Una joven crítica, ¿de quiénes?


Dice el prístino Víctor Roura cada vez que menciona a Aguilar Camín que éste es un intelectual orgánico, pero no dice de qué o de quién. Por supuesto, nadie desconoce su desliz con Carlos Salinas, pero tampoco debe desconocérsele su capacidad de crítica, cuando quiere. Un ejemplo es este artículo publicado hoy en el diario Milenio, que es también una crítica puntual de los vicios y anacronismos de la izquierda marco-guevarista procubana y romántica a lo pendejo. La ilustración es de Blumpi.

Una joven crítica
Héctor Aguilar Camín
Milenio, 5 de marzo de 2008
Entre las barbaridades concurrentes al ataque del ejército colombiano sobre el campamento de las FARC en territorio de Ecuador, hay una de índole espiritual, o educativa, o psicológica, que me inquieta:
¿Qué hacía y cómo había llegado a ese campamento la mexicana Lucía Andrea Morett Alvarez, 'joven crítica y comprometida, pero no una guerrillera', como la describió su familia, simpatizante activa del EZLN, detenida en octubre de 1998 por increpar al entonces presidente Ernesto Zedillo en un acto de la UNAM, en Texcoco, exigiéndole el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar; militante defensora de los hermanos Cerezo Contreras, presuntos responsables de unos bombazos guerrilleros; aguerrida manifestante contra la Secretaría de Gobernación durante una marcha del año 2004 en protesta por el asesinato de Noel González, joven universitario zapatista? (Véase el perfil de Lucía Andrea Morett hecho por Diego Osorno en MILENIO, 4/3/08).
¿En qué aulas de la universidad o en el seno de qué familia o en la franja de qué veta íntima de agravios se puso en movimiento Lucía Andrea Morett hacia su camino de 'joven crítica y comprometida'?
¿En qué libros, en qué autores, en qué sobremesas familiares, en qué periódicos, en la boca de qué maestros, en qué grupos políticos, bajo la guía de qué gurús, en qué mundillo de iras y prisas justicieras empezó su camino rumbo al campamento de las FARC colombianas, última tule de la degradación revolucionaria, resumidero criminal de las guerrillas latinoamericanas?
¿Qué hacía en ese campamento, para qué y cómo había ido ahí, por qué conductos, para probar qué convicciones y asumir qué nuevos compromisos en la lucha contra la injusticia y el deshonor del mundo?
¿Dónde se siembran esas vocaciones redentoras, dispuestas a ir al infierno por la causa? ¿En la familia? ¿En la escuela? ¿En los círculos ultras de la universidad, alimentados de viejos manuales? ¿En la manipulación perversa de la credulidad juvenil por maestros de la pelea pasada? ¿En la intimidad impredecible de cada quien? ¿En los caminos torcidos de la libertad y las trampas laicas de la fe? ¿En la molienda de la historia que repite al infinito sus errores, es decir, sus tipos y biotipos, sus tragedias y sus farsas, sus villanos, sus héroes, sus ingenuos?

lunes, marzo 03, 2008

La nueva Metapolítica


Metapolítica, vol. 12, núm. 58, marzo/abril 2008

Sumario
Portafolio
La reestructuración del entorno. Visiones sobre el concepto de arquitectura tipográfica de Ata Bozaci 'Toast'

SOCIEDAD ABIERTA
La radical extrañeza de la vida por Xavier Rodríguez Ledesma
Imágenes para un nuevo discurso amoroso por Karla Paniagua
Confesar, psicoanalizar y testimoniar por Fernando M. González
En contra de la idolatría paternalista de la ley por Rafael Estrada Michel
Respuesta a un debate senatorial por José Ramón López Rubí Calderón
Irak, cinco años después por María Cristina Rosas
Betty Boop, el mecanismo del puritanismo por Pável Granados
Kitsch y terciopelo rojo por Santiago Ruiz Velasco Bazán
Vértigo por Enrique Soto Eguibar

DEBATES
Heréticos y disidentes
Georges Bataille. Eros y anomia por Edgar Morales
Roberto Calasso. Revelador de secretos iniciáticos por Ángel Sermeño
Salvador Elizondo. El escándalo de la pureza por Armando González Torres
Hegel y Schelling. Herejías de la modernidad por Edgar Rodríguez
Norman Mailer. Un moralista demasiado franco por Jorge Flores-Oliver
Pier Paolo Pasolini. Un inconformista olvidado por Alfonso Berardinelli
Victor Serge. La trayectoria de un disidente por Claudio Albertani

SOCIEDAD SECRETA
Poetas brasileños: de la internet a la imprenta y viceversa por Jair Cortés (Selección, traducción, nota)
Tres palabras. Notas alrededor de la poesía por Luis Jorge Boone
El ruido que entorpece Luz silenciosa por Laia Jufresa
Sobre la luz del cinematógrafo por Jorge Antonio Pérez Escamilla
Luz silenciosa, paso lento pero seguro por Karla Olvera
Una temporada flotante, El ala de la imbecilidad por Luigi Amara
La sombra de la acción. Apuntes sobre la pereza por Lobsang Castañeda
La desmesura de lo inhabitable: cuatro saltos mínimos al vacío por Gabriela Aguileta
Olafur Eliasson o las provocaciones del tiempo que se encarna por Juan Carlos Reyna

IMPRENTA PÚBLICA
El oficio de editor por Raúl Hernández Viveros
David Toscana: 'La literatura no tiene que ver con la geografía' Entrevista realizada por Karla Avilés
Cormac McCarthy, La carretera, por Raúl Aníbal Sánchez
Juan Villoro, Los culpables, por Mauricio Salvador
Zigmunt Bauman, Vida de Consumo, por Víctor Hugo Martínez González
Silvia González Marín, Prensa y poder político. La elección presidencial de 1940 en la prensa mexicana, por Roberto Sánchez
Serge Paugam, Las formas elementales de la pobreza, por Anna Pi i Murugó

domingo, marzo 02, 2008

Esas caricaturas que ves: libertad de crítica



Mi amigo el queretano Julio Figueroa envió el siguiente mensaje a su directorio electrónico. Lo reproduzco porque concuerdo con su opinión sobre los moneros de Proceso y de esa histérica revista sucursal de El Sendero del Peje llamada El Chamuco, dirigida por el derechista Federico Arreola y comandada por el higadito troskista-obradorista del Fisgón. Después del mensaje de Julio posteo un texto sobe esa revista, precisamente, que no fue publicado en Nexos porque, me dijo José Woldenberg, ahí no publican 'reseñas de revistas de caricaturas'... Ay, chiquilín...

Dice Julio:
Pienso honestamente que Krauze no se merecía la caricatura de Helguera y Hernández (Proceso 1630, 27-I-2008; magnífica la caricatura, estúpido el texto). Pero todos somos caricaturizables y todos nos hemos reído con las mejores caricaturas y no hay que asustarse o enojarse con las peores.
Toda caricatura es un exceso de posiciones ideológicas y rasgos físicos. Aunque inmerecida, la previsible caricatura de Helguera y Hernández goza de cabal salud y libertad de expresión, y eso es fundamental. Diferencias y excesos aparte, hay que defender y sostener y practicar esa libertad de crítica.
Nada ni nadie es intocable.
¿Acaso no es levemente semejante la libertad del director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, concedida a sus moneros Helguera y Hernández como la libertad del director de Vuelta, Octavio Paz, concedida al ensayista historiador y político Enrique Krauze cuando éste arremetió duramente contra el novelista y amigo del poeta, Carlos Fuentes?
Más allá o más acá de los aciertos y desaciertos de los contenidos.
El problema de H y H en su columna 'Homo sapiens' es que frecuentemente son muy previsibles y muy pocas veces me hacen reír, no sé a sus fieles. En fin, a mí sí me gustó la caricatura de la imagen de K pero no el texto que la acompaña. Como sea, no pasa nada. (Salvo el reproche de Krauze expresado en su carta a Proceso 1632, 10-II-2008).
Hay otros temas y problemas de México y el mundo verdaderamente trascendentes.
Querétaro. Qro., domingo 2 de marzo de 2008.

Va mi texto:

El Chamuco y el humor neomarxista

Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso.
Denis Diderot

El Chamuco y los Hijos del Averno es una revista catorcenal de sátira y humor políticos dirigida por el conocido periodista y empresario de derecha Federico Arreola en complicidad con los famosos moneros de izquierda El Fisgón, Helguera, Hernández, Patricio y el decano y maestro de todos ellos, Rius, más las colaboraciones de un puñado de caricaturistas menos conocidos y de menor talento (pero también de izquierda). A este equipo creativo y editorial lo une un denominador común: todos ellos están obligados a creer en el mito del fraude electoral, inventado por López Obrador el 2 de julio de 2006 y repetido ad nauseam hasta la fecha sin que nadie se haya ocupado de probarlo. Por supuesto, ninguno de ellos sería capaz de refutar las pruebas que ofrece el doctor en Sociología por la UNAM Fernando Pliego Carrasco en El mito del fraude electoral en México [Pax, 2007], las cuales explican paso a paso las tres etapas del fraude concebido por López Obrador: el fraude electrónico o cibernético, el fraude aritmético y la charada del voto por voto...
El no. 128 de El Chamuco (del 30 de julio) está dedicado a 'Las tribus perredidas' y a hacer propaganda a favor de López Obrador con cómics y artículos con el pretexto de la historia de la izquierda mexicana.
Cartonista estelar -con Magú- del diario La Jornada, troskista confeso -¡mi vida!- y con un estilo didáctico que combina los rígidos textos de Martha Harnecker y el dogmatismo del Rius de los tiempos heroicos de Los Supermachos y Los Agachados, El Fisgón presenta a su manera 'La triste historia de la izquierda mexicana'. En ésta el historietista hace aparecer al liberal Benito Juárez como de izquierda, nomás, siguiendo el ejemplo de su mentor Carlos Monsiváis y su forzado intento por hacer del Benemérito liberal un predecesor de la izquierda mexicana en su libro Las herencias ocultas [Debate, 2007; aunque 'Una primera edición de este libro apareció en 2000, editada por el Sindicato de Maestros, auspiciada por Elba Esther Gordillo', recuerda Rafael Lemus en 'Las herencias ocultas (de la Reforma liberal del siglo XIX), de Carlos Monsiváis', Letras Libres, marzo de 2007].
Sin embargo, a El Fisgón no le alcanza el espacio para aclarar que Juárez estaba situado a la izquierda porque él y los demás liberales de la Reforma 'buscaron traducir su programa liberal en un cambio global del país: combatir y destruir el status quo, es decir, el régimen colonial sobreviviente' [José Ramón López Rubí, '¿Liberales?', Replicante 11], pero que asimismo fue un político capitalista y proyanqui. El Fisgón, de pasada, mete en el mismo saco de la derecha al liberal Enrique Krauze, al comediante Chespirito y al empresario Carlos Slim -uno de los impulsores del Museo del Estanquillo que alberga la colección de arte y objetos de la cultura popular atesorados por Monsiváis durante años de coleccionismo; a Rafael Barajas, aka El Fisgón, curador de esa colección, se le olvida también el enorme apoyo económico que le dio Slim a López Obrador cuando éste fue jefe de Gobierno.
En pocos cuadros El Fisgón revisa la izquierda socialista-estalinista sin detenerse (vamos, es monero, no historiador) en la izquierda marxista-leninista en el propio PRI desde su fundación y aun desde los constituyentes, con ejemplos importantes como Tomás Garrido Canabal y sus camisas rojas, la 'política de masas' del cardenismo, Carlos Madrazo (el padre de Roberto), el apoyo a Fidel Castro (y de Fidel Castro al PRI), la creación del PPS de Lombardo Toledano, la corriente maoísta en la CNC de Hugo Andrés Araujo con apoyo de Salinas, y la fundación del PT... Después de este hondo vacío El Fisgón repasa el movimiento democrático de 1968 (sin hablar de la cooptación de muchos de sus dirigentes) y la guerrilla de los años sesenta y setenta (ésta sí guerra sucia, no el lodazal en que se convirtieron las campañas electorales del año pasado). De la reforma política brinca a la fractura del PRI con la escisión de Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente Democrática y el probable fraude electoral (éste sí, no el de 2006) de Salinas de Gortari y la célebre caída del sistema operada por Manuel Bartlett (quien casi dos décadas después expresaría su apoyo a López Obrador...). De no ser por su anticuado estilo de dibujo y frases cliché como 'rebelión popular' o 'la derecha defiende el orden establecido, mientras que la izquierda busca cambiarlo', tonterías como 'La guerrilla fue uno de los episodios más sangrientos de la guerra fría' y varios chistes muy sebos, hasta este punto la historieta podría defenderse. Pero en su cuarta página El Fisgón arremete sospechosamente contra la izquierda electoral -la del PRD, impresentable- y la acusa justamente de haberse burocratizado: 'Muchos líderes del PRD dejaron de trabajar con la gente y abandonaron sus principios'. 'Eran mis principios o mi curul', le dice en un cuadro un ventrudo diputado a un obrero traspasado por un sable. 'La izquierda electoral', se lamenta El Fisgón, 'dejó de lado el trabajo teórico, la discusión programática, dejó de preparar cuadros y abandonó la militancia de base'. Nostálgico, El Fisgón difícilmente podría contar los magros alcances teóricos de la izquierda mexicana -menos aun los de la flaca vertiente troskista-, a no ser por los textos de Enrique Semo, hoy lastimosamente apagado (de académico pasó a ser ideólogo de López Obrador: véase su libro La búsqueda, 1. La izquierda mexicana en los albores del siglo XXI [Océano, 2003] en el que escribió, respecto de su ex jefe, que 'en todo comienzo hay una esperanza'), y los de Roger Bartra, uno de los principales renovadores del Partido Comunista Mexicano en los años setenta y ochenta y lúcido crítico desde la izquierda del neocaciquismo obradorista [véase Fango sobre la democracia, Temas de Hoy, 2007].
Fiel a su doctrina troskista-estalinista, El Fisgón sigue enumerando vicios, errores y fracciones del PRD y su creciente descrédito, pese a los cuales logra victorias electorales importantes. Al momento de contar la derrota del PRI a manos del PAN en 2000 el dibujante dice que 'el cambio del partido en el poder permitió la continuidad del modelo neoliberal', y que 'Más que un avance democrático, eso fue un acuerdo entre las cúpulas del poder', desdeñando de un plumazo con esta frase el sufragio de millones de mexicanos que dejaron de votar por el PRI. Al hablar de la insurrección zapatista de 1994 El Fisgón dice que ésta 'puso al descubierto [sic] que millones de mexicanos siguen marginados y muy lastimados por el modelo neoliberal', sin explicar si antes de la imposición de ese modelo estaban ocultos y nadie los había visto. Vaya, es monero, no teórico.
Más adelante, el caricaturista escribe: 'A principios del siglo XXI, en casi toda América Latina, los pueblos se rebelaron contra el neoliberalismo' (no explica cuáles pueblos ni cómo), y añade que aun con el enorme descrédito del PRD, el favorito en 2005 según todas las encuestas era el perredista (y ex priista) AMLO, 'luchador social, gobernante honesto'. Recordemos, de nuevo, que esto lo dice un humorista, por lo que se permite escamotear graciosamente las mentiras, la soberbia y la ignorancia de López Obrador, la corrupción 'no tan grave', como justificará adelante, del Gobierno del D.F., el secreto del costo de los improvisados segundos pisos, la acusación de haberse vendido a sus propios representantes de casilla, el megaplantón vacío de la Avenida Reforma, las risibles farsas de convenciones y asambleas 'democráticas' -con todo y grandes fotos de Stalin- y, sobre todo, su esencia antidemocrática y autoritaria. Acto seguido, el mentiroso monero que aseguró hace un año en uno de sus cartones en La Jornada que los dos y medio millones de votos de las casillas con inconsistencias -conocidos por todos los partidos y que el PRD consultaba a cada segundo- le habían sido robados a López Obrador, arremete con la misma cantaleta: 'Tras varias maniobras sucias, en las elecciones presidenciales de 2006, el PAN hizo [sic] un gran fraude electoral para imponer a su candidato'. Un fraude, por cierto, que los más allegados colaboradores ex priistas y duchos en esa añeja materia nacional -Cota, Muñoz Ledo, Camacho, Díaz, Monreal...- nunca se han molestado en comprobar. Es obvio que El Fisgón no diría jamás que López Obrador gobernó más para 'los de arriba' que para 'los de abajo', como se ufanaba: la tarjeta para comprar en Wal Mart; la concesión a los supermercados y bancos para cobrar impuestos; el beneficio a las clases medias y altas al construir segundos pisos y relegar el metro; el negocio de los útiles escolares a Gigante; publicidad para PepsiCo en los puestos de agentes de tránsito, y no se olvide que fue AMLO el candidato que más gastó en la campaña en beneficio de las televisoras. Otros que ganaron en su gobierno fueron los empresarios de la 'industria de la seguridad', gracias a la corrupción y negligencia de las policías.
El Fisgón se solaza en denuestos y lugares comunes contra el neoliberalismo y continúa fustigando a los perredistas: 'la izquierda electoral mexicana está obligada a abandonar sus prácticas corruptas y antidemocráticas', pero enseguida amaina el regaño: 'nunca tan graves, por cierto, como las de la derecha' -menos mal: hay corrupción grave y no tan grave, lo cual depende de las preferencias ideológicas y de la moral superior de quien la señale. La última página del cómic la dedica El Fisgón a rescatar 'muchas otras tesis marxistas' que 'están más vigentes que nunca' (sin decirle cuáles al pueblo, que no las va a entender), a burlarse de la revista Letras Libres (a la palabra liberal le tiene horror) y, desde luego, a ensalzar el movimiento 'pacífico' de López Obrador ('Estamos siguiendo las enseñanzas de Mahatma Gandhi', dice un mono con pinta de provocador en presentaciones de libros). El mensaje, como corresponde a todo panfleto parroquial, es elemental: no será el PRD quien conduzca al pueblo de México al socialismo, sino el líder, el caudillo, el prohombre que la república esperaba para desatar su pasión revolucionaria. El monero troskista ve al mundo como una caricatura, sin duda.
Aún hay más. Federico Arreola, en su artículo 'La izquierda como la veo', como El Fisgón, también detecta los problemas del PRD y advierte: 'Creo que si los dirigentes del PRD no modifican sus conductas, fracasarán estrepitosamente en las elecciones de 2009'. Después de sugerirle a Marcelo Ebrard que se aleje de la política partidista 'para concentrarse en el gobierno de la Ciudad de México', le recomienda (con todo respeto, seguramente) a su ex jefe López Obrador que 'debe convocar ya a una verdadera jornada de autocrítica, porque si bien es cierto -está de sobra comprobado- que hubo fraude en julio de 2006, también es cierto que en su equipo todos cometimos graves errores'. Autocrítica tardía y pusilánime que llevaría a un callejón sin salida, ya que se anula a sí misma al seguir profesando el dogma del improbable fraude y soslayar la verdadera causa de la derrota.
A continuación Helguera y Hernández se suman a la andanada antiperredista -ya era tiempo- y con mejor tino y mano que los gurús Arreola y El Fisgón retratan a 'Las tribus perredidas': Los Pejejítimos ('Aunque al principio se alimentaban de tepocatas y víboras prietas, acabaron aliándose con varias de esas alimañas'), Los Chuchus, Los Amalutus, Los Totémocs, Los Bejarangos y Los Piedra Pómez. Quizá sorprenda un poco a quienes no los conocen el atrevimiento de este par de buenos dibujantes cuando ilustran a Los Pejejítimos como una tribu con una 'Estructura sumamente rígida, porque la autoridad de su jefe es indiscutible'. ¿Se trata pues de un cacique autoritario y de profunda vocación antidemocrática o no? No se dejen estafar, las tribus perredistas se disolverán en la marea del movimiento popular de resistencia civil encabezado por el líder providencial. Al pueblo le importa poco si es democrático o no, simplemente su corazón está con él.
¡Y eso no es todo! El periodista de La Jornada -of all papers- Jesús Ramírez Cuevas retoma en 'Apuntes sobre la izquierda mexicana', en la misma línea que el director de El Chamuco y de El Fisgón, la nostálgica visión del militante heroico y abnegado que lleva a las masas la luz del socialismo científico. Desde luego, como aquellos, se permite tímidos apuntes críticos: 'Del lado de los movimientos y de las resistencias también falta la crítica y la autocrítica al sectarismo, al aislamiento de las luchas, a la trampa de la violencia (que, ejemplos sobran, ese desfogue popular es el mejor argumento del poder y de los medios electrónicos para negar la legitimidad de las causas) y a la falta de democracia en sus espacios'. ¿No se estará refiriendo al burdo montaje de la Convención Nacional Democrática, en la que los delegados no representaban a nadie sino a sí mismos, como lo descubrió fácilmente Cynthia Ramírez en 'La nueva ínsula Barataria' [Letras Libres, octubre de 2006]? ¿O acaso a los métodos criminales de la APPO al someter a los disidentes e incluso llegar a asesinarlos, como al maestro René Calvo Aragón, al que degollaron por volver a clases? [Véase www.proceso.com.mx/noticia.html?sec=2&nta=44709] Al final de su manifiesto, Ramírez Cuevas lanza un guiño al 'Gobierno Legítimo' de López Obrador al decirle que su principal reto -y el de la Convención espuria- es 'ser un gobierno colectivo, que gobierne a través de la crítica y la movilización social'. Uf!
Sin duda, El Chamuco es una revista de humor -pero del malo.