martes, noviembre 30, 2004

Nada, Replicante otra vez

Presentaremos Replicante el jueves 2 de diciembre en el Museo del Carmen, en la Avenida Revolución no. 4, San Angel, Ciudad de México, a las 7 y media de la noche con la presencia de José María Espinasa, Guillermo Fadanelli, Roberta Garza, Norma Lazo y un servidor. Gregory Dorée tocará al piano bellas melodías de Tom Waits y otros distinguidos compositores. Coctel cortesía de Carlos Córdova, generoso director del museo. No falten...

En la revista Milenio de esta semana -domingo 28 de noviembre a sábado 4 de diciembre- hay una entrevista que me hizo mi amigote Rafael Tonatiuh sobre las andanzas de una muchedumbre ávida de reventón en la segunda mitad de los ochenta: El Nueve y El LUCC fueron los lugares, además de otros como el Tuttifrutti, el 33 y las Tecatas.

Apenas entré a la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el sábado pasado, y lo primero que vi fue a García Márquez del brazo de su mujer rodeado por una cadena humana guiándolo hacia la salida, como si fuera la comandanta Ramona en medio de una turba de fanáticos neozapatoides, protegiéndolo de algo que ni ellos sabían... Un espectáculo ridículo y mamón. Si no hubiera sido por ese desplante nadie se habría dado cuenta de la presencia del cada vez más engreído Nobel colombiano.

Y hubieran visto a Carlos Fuentes apadrinando orgulloso a su pléyade de herederos literarios, nombrados por él mismo: Jorge Volpi y los del llamado crack, Xavier Velasco y varios más, que aceptaban embelesados la unción del divino maestro... Joder!

lunes, septiembre 20, 2004

Dialogo con el presidente de la CDHDF

La mexicana noche del 15 de septiembre estaba festejando mi precumpleaños con varios amigos, entre ellos el escritor y periodista Sergio González Rodríguez, el escritor y traductor Ari Volovich y el antropólogo marroquí Tarek Elhayk en un bar de la Condesa, of all places. Sergio se retiró alegando mucho trabajo y nos quedamos los tres felices amigos hablando de cosas muy importantes. Sorpresivamente apareció en nuestra mesa nada menos que el presidente de la -multimencionada en este aburrido espacio- Comisión de Derechos Humanos del DF. Qué casualidad...

-Hola, Rogelio -me dijo. Lo saludé también y le pregunté que a qué se debía su súbita presencia en nuestra mesa (como yo estaba de espaldas no pude ver quién lo acompañaba; me habría gustado...). En suma, para no hacer el cuento largo, me espetó mi mala conducta con la Comisión y lo chueco que les he jugado. Así que ahora el agraviado es él, resulta. Le dije que nunca se había dignado contestar a mi carta de renuncia, entregada personalmente en su oficina el 15 de enero y en la cual explicaba detalladamente las razones de mi justificado enojo con la CDHDF. Esto no es raro, por lo general Emilio Alvarez Icaza no recibe o no responde a este tipo de reclamos, como pueden atestiguarlo varias personas que han trabajado y otras que siguen prestando sus servicios en esa institución -y de las cuales algunas han dejado constancia en dos o tres diarios.

Me reclamó también el hecho de haber publicado esa carta en Día Siete: Claro, le dije, la publiqué UN MES DESPUES porque ustedes no saben dialogar con la crítica. Y ni la misma directora de Comunicación Social fue capaz de desmentir ni una sola de las afirmaciones que hicimos no solamente en esa carta, sino en el anexo que preparó Héctor Villarreal que lleva por gracioso y certero título Quién nos defiende de los ombudsman? Por el contrario, Irma Rosa Martínez solamente se dedicó a descalificarnos, como acostumbra cada vez que tiene que responder a una carta en la que se acusa a la CDHDF de irregularidades y actos injustos.

Emilio se veía muy molesto. Le reclamé que me hubiera fincado un chaqueto proceso administrativo por haber sustraído información perteneciente a la Dirección General de Administración de esa institución pública y haberla subido a una página de internet, como saben ustedes, queridos amigos. Esa información, por cierto, no es confidencial ni clasificada, ni pone en peligro a la institución que preside Alvarez Icaza -en ella se muestra cómo y en qué gastan el presupuesto. Sin embargo, su director de Administración y su contralora interna decidieron que yo había sido y me acusaron en venganza por haber hecho pública mi renuncia y una serie de irregularidades cometidas por la CDHDF contra varios de sus propios trabajadores. Emilio, al parecer, tambien cree en esa versión y hasta llegó a decirme que eso ameritaba una acción legal... Era una amenaza?Incluso llegó a mencionar el pobre desempeño que tuve como subdirector de Publicaciones... Ay, qué le habrá dicho mi antigua jefa, la sagaz y hábil política Rocío Culebro pero ignorante de pe a pa de todo lo que tenga que ver con publicaciones y hasta con redacción y diseño... Ya no se acuerdan del desmadre que era armar los informes anuales, mal concebidos y peor preparados por su equipo de superasesores? Tengo testigos de alto nivel dentro de la CDHDF que pueden dar testimonio de la impreparación de asesores -salvo una excepción- y directores de área.

Sin embargo, me hizo saber que quería seguir hablando conmigo. Seguro, le di mi tarjeta de Promotor de Estrellas diseñada por Jorge Alderete y le dije que me llamara cuando quisiera.

Es curioso. Después de haberle reclamado airadamente a los directivos de Día Siete por haber publicado mi carta de renuncia -y hasta de intentar vetarme en ese medio- y de acusarme de robar información, ahora Emilio quiere hablar conmigo... Claro, hay que hacer sentir primero el poder del estado y luego hablamos, no?

O Emilio es ingenuo o está mal informado, o las dos cosas. O simplemente le vale madre el estado en que se encuentra la CDHDF. Saben que Emilio gana 80 mil pesos mensuales, más que el Peje, por ejemplo? Y que sus directores de área ganan 70 mil cada mes? Saben cuánto gana la gente que hace la limpieza en esa institución que defiende los derechos humanos? Una mierda... Pero con esos sueldos la defensa de los derechos humanso es más cómoda, no es así, Emilio?

Pese a todo, estoy dispuesto a hablar con Emilio si él quiere hacerlo. Aunque dudo que a estas alturas tenga todavía esa intención. Sin embargo, pongo una condición: que responda puntualmente a cada una de las afirmaciones que hicimos en mi carta de renuncia y en el artículo de Héctor. En caso contrario, será difícil hacerme cambiar de opinión respecto del carácter simulador de la CDHDF -con el cual incluso estuvo de acuerdo una cercana colaboradora suya, cuyo nombre me reservo para otra ocasión...- y seguiremos publicando cada vez que sea necesario nuestro punto de vista en relación con la defensa de los derechos humanos en la Ciudad de México.

Nota: si les interesa saber cuál es la resolución de la Contraloría Interna de la CDHDF en el proceso administrativo en mi contra -y durante el cual interrogaron de manera policiaca a varios empleados-, les diré que es de una ambigüedad espeluznante: como pude haber sido, pude no haberlo sido. El castigo? Una amonestación pública! Huy! No te parece, Emilio, un vergonzoso dispendio de recursos y de esfuerzos? Esa burocracia a la que tanto defiendes no cambia, verdad?

Una última pregunta, amigos queridos: Quién eligió a Emilio Alvarez Icaza para el puesto que ocupa? El pueblo? No. La Asamblea Legislativa del DF. Y quiénes conforman la ALDF? Se los dejo de tarea.

Por su atención, muchas gracias...


viernes, septiembre 10, 2004

La cobardia y los derechos humanos...

Hoy por la tarde, mientras comía con un par de buenos amigos en el Bull -antes Bar Vat, un restaurante en Av. Chapultepec, a unos metros de la CDHDF- entró Eric Ochoa, jefe de Sistemas de Cómputo de esa Comisión. Me saludó amablemente pero supongo que se acordó del proceso administrativo entablado cobarde y vengativamente en mi contra por su jefe, Román Torres Huato, director general de Administración, porque inmediatamente puso cara de circunstancia. Me reclamó entonces que yo lo había embarrado a causa de la sustracción ilegal de información perteneciente a esa administración y de haberla subido a un sitio de internet -en el cual, por cierto, se muestran cifras que hablan del manejo discrecional del presupuesto de ese organismo público-. Le contesté que dado que yo no había sido el responsable de esa acción y que incluso la reciente resolución de la Contraloría Interna de la CDHDF era ambigua en ese sentido, si alguien lo había embarrado era su propio jefe -a quien, por cierto, le gusta atravesar en veloz motocicleta la campiña morelense, enfundado en sus sexy Versace negros de cuero-. Y no solamente a él, sino a otros empleados de Administración, Publicaciones y Vinculación, a quienes les hicieron interrogatorios policiacos y además a algunos de ellos los amenazaron veladamente para que evitaran cualquier contacto conmigo.

Eric es un buen tipo que solamente defiende su puesto y su salario, cuatro veces menor que el de su jefe. Lástima que se ponga la camiseta de una institución falsaria, simuladora e hipócrita, a la que no le importa dañar a su propia gente en aras del minúsculo poder que detentan y, sobre todo, de conservar e incrementar el control de esa desacreditada institución pública. Ya Carlos Marín denunció irrebatiblemente hace varias semanas el carácter tramposo y demagógico de ese organismo al demostrar que su heroína Digna Ochoa cometió suicido y que no fue asesinada por las fuerzas del mal, como quieren Emilio Alvarez Icaza y la abogada Pilar Ochoa -defensora del Mosh, recordemos, durante la huelga de la UNAM.

Ahora se habla de que el mofletudo ombudsbaby, Alvarez Icaza, busca la presidencia de la CNDH, lo cual será harto difícil de conseguir, ya que hasta ahora nadie toma en serio al pequeño simulador, eterno zalamero de las ligas menores de la grilla local.

Más información sobre esta abyecta gentuza muy pronto...

Leer cuentos mexicanos*

Para Emmanuel Carballo, en su retiro de la crítica literaria...

?Soy homosexual, soy drogadicto, soy alcohólico, soy un genio?, declaró alguna vez Truman Capote, el celebrado y vanidoso autor de Otras voces, otros ámbitos y Música para camaleones, entre varias obras más. También afirmó en muchas ocasiones que el género que mejor conocía era el cuento; en suma, en el que más se acomodaba y el que más le interesaba. Sin embargo, su megalomanía le hizo apostar todo a una gran novela ?A sangre fría?, lo cual lo sumió en una angustiosa crisis creativa que duró dos décadas (prácticamente hasta su muerte en 1984). [José María Espinasa, ?El bailarín de tap?.]
No será necesario hablar de los grandes cuentistas de la literatura mundial -de la Rusia zarista a la América sajona e ibérica, del África negra y sahariana a China y las ignotas islas del Pacífico- para asentar una vez más que el cuento no es un género menor ni la hermanita fea de la novela, como tampoco hace falta apelar a los analistas de las letras universales para entender las particularidades de uno y otro ni al agobio existencial por el cual atraviesan algunos escritores que quieren convencerse de que el cuento es un mero ejercicio de estilo, una etapa necesaria de ardua preparación mientras conciben y dan a luz a la gran novela que habrá de consagrarlos de una vez y para siempre. Para demostrar que esto último es una falacia hay escritores que transitan con solvencia de un género a otro, como lo han hecho con suficiencia desde el vasto Balzac hasta el parco Rulfo, para arribar a territorio mexicano, y tantos autores más antologados en pujantes compilaciones regionales y nacionales de la variopinta narrativa del siglo XX, y hasta del XXI, como las de Christopher Domínguez (Antología de la narrativa mexicana del siglo XX, Vol. II, Fondo de Cultura Económica, 1991), Leonardo da Jandra y Roberto Max (Dispersión multitudinaria, Joaquín Mortiz, 1997), Bárbara Jacobs (Los mejores cuentos mexicanos, edición 2001, Joaquín Mortiz), Martín Solares (Nuevas líneas de investigación, Era, 2003) y las descuidadas recopilaciones anuales que hace el Fonca con sus precoces becarios -prestos para tomar por asalto el cielo de las estrellas literarias-, por mencionar sólo unas cuantas de las decenas disponibles, al menos en teoría, en las 380 librerías -sin contar los Sanborns- de todo el país [según Luis Gómez Hernández, miembro activo de la Asociación de Libreros de México, ?cifra realmente ínfima para una población de más 120 millones de mexicanos. Por cada librería hay hasta dos mil 500 cantinas?, Milenio Diario, 13 de enero de 2004].
El catedrático madrileño Eduardo Becerra incluye en Líneas aéreas (Lengua de Trapo, 1999) a trece mexicanos entre un total de setenta noveles escritores iberoamericanos. Si algo caracteriza a esta horda de tundemáquinas -escribe en el prólogo de su voluminosa antología-, a pesar de sus peculiaridades, es que ?el rechazo al realismo mágico merece para ellos, entre otros calificativos, el de superstición decorativa, truco localista y falsamente folclórico o narrativa para grandes almacenes?. Añade: ?Su rechazo a las etiquetas homogeneizadoras es conciencia de la falta de principios aglutinadores de lo americano, de marcas históricas y referentes generacionales de carácter global; como consecuencia de esta fragmentación del imaginario narrativo se facilita el viaje hacia el individuo, hacia una experiencia del mundo que se asume desde el comienzo como parcial?.
He aquí una de las claves de las nuevas narrativas hispanoamericanas y, en particular, de las mexicanas. Un universo ancho y complejo donde caben la tradición y la posmodernidad, donde se desgranan diversas y contradictorias maneras de explicarse la existencia y el mundo mismo, de abordar historias y anécdotas, fantasías y perversiones, complacencias e impertinencias, desde el involucramiento psicótico hasta la distancia más glacial.
Desde la frontera norte hasta los estados del sureste, pasando por el altiplano, nombres como los de Cristina Rivera Garza, Heriberto Yépez, Rafa Saavedra, Luis Humberto Crosthwaite, Daniel Sada, Alberto Chimal, Patricia Laurent Kullick, Enrique Serna, Guillermo Fadanelli, Sergio González Rodríguez, Jaime Muñoz, Jorge Volpi, Naief Yehya, Mauricio Carrera, Pepe Rojo, Élmer Mendoza, Mario González Suárez, Eduardo Antonio Parra, Juan Manuel Servín, Vivian Abenshushan, Mauricio Montiel y decenas o centenas más que descuellan con mayor o menor fulgor y glamour en el espinoso y abigarrado paisaje de las letras impresas (de la novela al cuento al ensayo y viceversa; de las grandes editoras transnacionales a las austeras independientes; de las metrópolis a las rancherías), y cientos o miles más que han decidido, ¿por qué no?, autopublicarse en el ciberespacio, contribuyendo al auge inusitado de los blogs, alacenas virtuales donde caben confesiones, diarios, diatribas, conjeturas, pensamientos y hasta, con cierta saludable frecuencia, sorprendentes dosis de creación literaria refrescante y novedosa.
Imposible leerlo todo. Aun cuando la profesión de corrector y editor en varias editoriales me ha obligado a leer una enorme cantidad de textos, ni todo el tiempo del mundo bastaría para estar al tanto de los cuentos que se producen y publican en este país; de haber nacido hace treinta años Emmanuel Carballo y Huberto Batis ya se habrían vuelto locos (¿y por qué no se han vuelto locos los nuevos paladines de la crítica? Porque leen muy poco o de manera muy selectiva. O porque leen literatura pasteurizada, la ?narrativa para grandes almacenes?). Uno quisiera detenerse parsimoniosamente en cada libro, en cada revista, en cada una de sus páginas, en cada biografía. Imposible. ¿Qué hacer? Rastrear. Husmear. Escoger cuidadosamente. Discriminar. Tuvo que venir de Australia la crítica Diana Palaversich para hacerme descubrir a la sorprendente tamaulipeca Patricia Laurent. Guillermo Fadanelli debió fundar la revista Moho y la editorial del mismo nombre para que algunos lectores pudieran leer los ácidos y desencantados relatos de Wenceslao Bruciaga (de Torreón), Alejandra Maldonado (de Pachuca), Constanza Rojas (de Mazatlán), Ari Volovich (de Ashdod, Israel), Tanya Sandler, Kyzza Terrazas y Guadamur (chilangos estos tres) y hasta las fugaces road movies de papel del tapatío Enrique Blanc. A veces uno quisiera que, al igual que el atribulado Capote, el noventa por ciento de los escritores sufrieran prolongadas crisis de creatividad, que tuvieran el extraño pudor de Rulfo, que antes de sentarse a escribir repasaran algunos capítulos de la historia de la literatura -por lo menos la de los últimos decenios. Pero no puedo quejarme, entre el alud de palabras que arriban a mi correo electrónico siempre hay sorpresas que complacerían a los editores más exigentes, si éstos no estuvieran más ocupados en buscar al autor de la gran novela anual que ganará el excelso premio que llenará arcas y bolsillos de billetes y lucirá por el mundo su flamante prestigio, tan dudoso como fugaz.

* Una versión de este texto se leyó el 26 de agosto en el bar la Mutualista, de Guadalajara, como parte del ciclo Re-cuento organizado por la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de esa ciudad.

lunes, septiembre 06, 2004

Alteracion de imagenes digitales

Hace unas semanas mi querido amigo Pedro Meyer me envió la convocatoria de un concurso de fotografía lanzada nada menos que por la Comisión de Derechos Humanos del DF (sí, ya chole con eso, pero esperen un poco...), y me decía en tono burlón que me fijara especialmente en el apartado 4, precisamenmte el párrafo que dice: "...[las fotografías] deberán ser a color o blanco y negro, analógicas o digitales, siempre y cuando las imágenes no hayan sido manipuladas, ni alteradas, de acuerdo con la percepción del jurado".

Por lo visto, la alicaída CDHDF no se cansa de hacer el ridículo, pues un fotógrafo más o menos ducho en lides digitales sabe perfectamente que es imposible determinar si una fotografía fue alterada digitalmente o no, a menos que esté confeccionada con las patas. La convocatoria cerró el pasado 3 de septiembre, y es de esperarse que solamente los fotógrafos más chambones habrán respondido a su llamado. ¿Quiénes son los miembros el jurado? Ya lo sabremos pronto. Con especial dedicatoria a la sagaz directora de Comunicación Social, Irma Rosa Martínez Arellano, va la entrevista que le hice a Pedro Meyer hace ya casi cuatro años -publicada en su momento en la Tempestad-, y la cual será reproducida también en mi próximo libro El dilema de Bukowski (Ediciones Sin Nombre). A ver si aprenden algo para el siguiente concurso...


La fotografía digital, el internet y el burdel de Manila. Una conversación con Pedro Meyer

Pedro Meyer es pionero en el mundo no sólo de la fotografía digital, sino de las nuevas herramientas tecnológicas que han hecho posible el desarrollo de los CD-roms, las impresoras digitales y los libros electrónicos. Es autor de varios libros, entre ellos Espejo de espinas [Fondo de Cultura Económica, col. Río de Luz, 1986] y Tiempos de América [Cittá de Anghiari, 1985] y de dos CD-roms: Fotografío para recordar/I Photograph to Remember [Voyager, Los Angeles, 1990] y Verdades y ficciones/Truths and Fictions [Voyager, Los Angeles, 1992]. Ubicado en el centro mismo de una polémica discusión internacional en torno al falso o legítimo carácter documental de la fotografía digital, Pedro Meyer toca en esta charla temas como la analogía entre la edición en cine y video y la construcción de imágenes digitales, la vertiginosa expansión del internet y zonezero.com, el website de fotografía más visitado en el mundo.


De la fotografía analógica a la fotografía digital

?¿Cómo llegaste a la fotografía digital?
?Fue un proceso evolutivo muy lento, no es como hoy en día, que alguien decide el jueves a las tres de la tarde que ya se convenció y salta a la fotografía digital. Cuando yo comencé no había nada. Aún tengo una serie de imágenes muy modestas de principios de los noventa; quienes las veían se preguntaban primero por qué se me ocurría invertir mi tiempo y mi energía en ese tipo de ?fotografía?, y segundo, que eso me pareciera que tenía más promesas que la fotografía de laboratorio, con sus exquisitas líneas y sutilezas y todo lo demás. Así, de retratos a base de puntos con una impresora también de puntitos ?no como las de hoy, los puntos eran como de coladeras? a nuestros días, hay un progreso inmenso. Puedes ver los primeros esbozos de eso en el libro que publicó Trisha [Trisha Ziff, Between Worlds, Contemporary Mexican Photography, Nueva York: Impressions Book, 1990]. El desarrollo de todo esto ha sido tan rápido que en una década pasó de ser algo de lo más primitivo a una complejidad que supera a la fotografía analógica: hoy una copia digital que yo hago es mucho mejor que la misma copia hecha en el laboratorio.
?Ya adivinabas las posibilidades de la fotografía digital...
?Desde el primer momento en que me senté a la computadora me dije: por aquí va el asunto, y es que no podía ser de otra manera. ¿Por qué? Creía que la fotografía química, después de 150 años, ya había agotado sus opciones, y por más vueltas que le dieras siempre terminabas en donde habías empezado, es decir, ya todo se parecía a todo y no había nada que realmente me entusiasmara. Desde luego, había aquí y allá algunas imágenes sugerentes, interesantes, pero eran incrementos mínimos en relación con el conjunto de la historia. Aun cuando hoy se están produciendo imágenes malas o banales por carretadas, estamos en el principio. Estoy seguro de que en diez o quince años van a empezar a salir cosas extraordinarias.
?Dices que ya se habían agotado las posibilidades de la fotografía analógica, ¿te refieres también a sus aplicaciones y a todos los géneros, la fotografía artística, la científica, el periodismo?
?Si haces una evaluación de las principales obras en el plano mundial vas a encontrar que el discurso de la fotografía se volvía reiterativo, es como si alguien planteara que una novela es diferente de otra porque los personajes tienen distintos nombres, pero el género de la novela fue evolucionando. En cambio, en la fotografía no había nada parecido. En las fotografías de reportajes, por ejemplo, solamente cambia la locación geográfica, pero el tratamiento del tema es siempre el mismo; tan es así que los fotógrafos con más experiencia hacen su trabajo con un cierto dejo de cinismo, repiten lo mismo: si ves sus obras, de un lugar a otro hasta el encuadre es semejante, los personajes son parecidos...
La fotografía digital vino a sacudir la historia de la fotografía, y no sólo la que viene, sino también la que ya aconteció. Se están revisando ahora los archivos de los fotógrafos del pasado, y se descubre, por ejemplo, que autores como Eugene Smith hacían montajes, pero él nunca se atrevió a decírselo a nadie porque eso era mal visto. Durante estos últimos años he tenido intensas discusiones en todo el mundo con muchos fotógrafos en relación con su negativa a reconocer las manipulaciones generadas por el laboratorio, por las lentes y por las cámaras mismas, por la selección de las imágenes y de los encuadres en la tira de contactos; así, la fotografía convencional se había revestido de un falso purismo: existen fotógrafos que pretenden fotografiar todo sin ?alteración? alguna, sin ?manipulación?, colgándose una aureola de santos con respecto a la realidad, pero si te pones a inspeccionar sus imágenes esa aureola empieza a craquelarse: al primer análisis se desvanece la discusión. Tú me hablas de la realidad y luego me muestras una imagen en blanco y negro ?que es además la técnica que con mayor frecuencia usan los puristas. Después de que te recetan su pureza absoluta te enseñan la foto en blanco y negro. No queda más que sonreír y preguntar: ¿Ésta es tu representación ?pura? de la realidad?
?Octavio Paz escribió, a propósito de la obra de Álvarez Bravo, que la realidad es más real en blanco y negro.
?Como poesía o como una interpretación vale, pero pretender que eso es una prístina representación de la realidad, obviamente no. A eso puedes añadir la serie de deformaciones de las lentes de gran angular, la introducción de la luz artificial de un flash electrónico, etc. Hace falta redefinir la fotografía documental. Los realizadores de documentales cinematográficos o de video, por ejemplo, asumen una serie de conceptos básicos, como que los personajes que aparecen en la pantalla sean los mismos de la realidad y no actores contratados, eso es un presupuesto básico. Lo que estás fotografiando no es un set de la realidad, ¿de acuerdo? Pero nadie ha pretendido jamás que un documental no se edite ni se arme de acuerdo con un guión, así, ¿por qué en una fotografía fija no debería editar y armar si puedo hacerlo con un documental fílmico? El hecho de que se trate de imágenes en movimiento o de que sean imágenes fijas, ¿qué importancia tiene ahora? Yo puedo construir una imagen fija con personajes que estuvieron ahí, personajes reales en un lugar real, ¿cuál es la diferencia con el cine? Alguien podría argumentar que eso, como yo lo presento, no existió así en el mismo instante, y mi argumento es que no es así el cine documental ni es así en ningún otro medio; no existe ningún medio en donde no edites y no compongas para hacer más eficiente tu discurso, así ¿qué tontería es ésa de que no puedo hacerlo con la foto fija? Es tal el escándalo que se ha armado en torno a eso que todos están temerosos de incursionar en el ámbito documental. Creo que ya es tiempo de que la gente empiece a sentir que tiene el derecho, la posibilidad y las herramientas para hacerlo mejor, sin que deje de llamarse documental.
A veces me siento ahí a hojear mis libros, mis viejos archivos, y mis archivos viejos no se diferencian de las fotos que tomé ayer. Veo las fotos y veo cómo las voy a tratar, qué conexiones hay entre una foto y la otra, y puedo juntar dos o tres fotos y después empiezo a escribir; esto se convierte en algo mucho más interesante que en el pasado.
?¿Qué va a suceder con la fotografía analógica de aquí a unos años, cuando el empleo de la fotografía digital se haya generalizado?
?La fotografía es exactamente la misma, ya sea analógica o digital. En el mundo analógico usas medios y herramientas particularmente definidas por lo químico; en el digital utilizas medios electrónicos que te permiten llevar el discurso fotográfico mucho más allá que con la fotografía analógica. Son las herramientas electrónicas las que te permiten modificar tu discurso, es el discurso fotográfico posanalógico el que se replantea. La historia de la fotografía es una. Fotografía quiere decir escribir con luz. Aun así había quienes decían al principio, por desinformación e ignorancia, que la fotografía digital no escribía con luz porque se trataba solamente de cuestiones electrónicas.
?Lo que nos remite a una estructura mental, a una cultura y una tradición muy difícil de cambiar. No es sólo una revolución conceptual, sino incluso filosófica.
?Técnica, conceptual, estética, filosófica. El hecho de poder incorporar sonido e hipertexto a una imagen fotográfica hace que te replantees, por ejemplo, este momento: estás grabando, y en otra ocasión alguien tomará fotos. Con las nuevas herramientas puedes transcribir electrónicamente esta conversación y crear un texto electrónico donde puedes mezclar las fotografías, el sonido ?mi voz, la del entrevistador, música, ruido?, referencias, anotaciones, imágenes en video, bibliografía, todo en un solo soporte, y hacer un conjunto de nuevas presentaciones más versátiles... En cambio, seguimos trabajando con métodos tradicionales que obedecen a una estructura tradicional.
?Incito a los fotógrafos en todas partes ?escribió Pedro en el editorial de mayo del 2000, en ZoneZero? a que prueben, a que experimenten con la producción de trabajo documental que resulta muy sólido aplicando la tecnología digital. Obviamente están presentes los riesgos del abuso, pero siempre han estado ahí, también en otros medios, y esto nunca impidió que los creadores responsables usaran todas sus herramientas. Hemos llegado a una redefinición de la fotografía documental; ahora es el momento de demostrarlo.?
?Con las herramientas digitales ahora uno mismo puede ser su propio editor...
?Claro, estas herramientas son los vehículos más completos para expresarnos y presentar nuestras ideas. Por ejemplo, este libro sobre la mesa [señala un libro objeto hecho por su esposa Trisha y su pequeño hijo Julio en el que hay reproducciones fotográficas de objetos y esculturas prehispánicas apareadas con las imágenes de personajes de Pókemon] es una pieza única, y para poder compartirlo con alguien en otra parte del mundo tendría que duplicarlo. Con la tecnología digital puedo hacer varios ejemplares impresos o electrónicos en una tarde y mandártelo, del mismo modo que podría hacer diferentes versiones y publicarlo en Art in America o exhibirlo en una galería. ¿Te imaginas cuánto nos tardaríamos si lo hiciéramos con las técnicas tradicionales, y cuánto costaría? También lo puedo subir a la red y establecer ligas con todos los sitios de Pókemon en el mundo, con los lugares de subasta de tarjetas... o sea, puedo hacer una cosa fantástica en donde confluyen el mundo de los pokemones con el del Museo de Antropología. Es asombroso cómo dos mundos totalmente distintos se pueden llegar a conectar de esa manera.


Navegar por el ciberocéano

?La fotografía digital viene a ser la concreción de un nuevo espacio donde confluyen tiempos, lugares y hasta culturas distintas. Rompe también, como en la noción posmoderna, con la estructura lineal de desarrollo de la historia y del progreso; abre horizontes más vastos.
?Lo asombroso es que en los antiguos códices se manejaba esa misma noción del tiempo, en ellos había reyes que morían y que tres páginas adelante volvían a aparecer; los códices tienen una estructura que no tiene nada que ver con el pensamiento occidental. Nos hemos alejado de esa sabiduría, de ese pensamiento. Si lo analizas, la mente funciona de una manera mucho más semejante a la del mundo digital que a la del analógico. Por ejemplo, en esta charla, cuando tocamos algún tema inmediatamente mis neuronas hacen cientos o miles de conexiones que hacen que otras ideas vengan y vayan, creando una serie de ramificaciones neurológicas que son muy parecidas a las ramificaciones digitales del internet, con sus millones de ligas.
?Si navegas en internet es posible que a los veinte minutos ya no sepas dónde empezaste ni qué es lo que buscabas. Lo mismo sucede cuando la mente empieza a divagar...
?Me acuerdo de las primeras experiencias que tuve en internet, y te estoy hablando de hace cinco años, que equivalen a cinco mil años en la historia de este medio. Terminé en un burdel en las Filipinas ?pero no era un sitio pornográfico: sucedía que una chica se fue a vivir a ese burdel porque estaba haciendo un reportaje desde ahí y enviaba sus textos y sus fotos desde un prostíbulo en Manila. Cuando veo una foto digital de las que yo puedo armar, esa foto representa mucho más mi manera de pensar que una foto tradicional. De la misma manera en que un escritor edita su texto y elimina o añade elementos para enriquecerlo, o pasa para adelante lo que estaba al final o en medio, de esa misma manera yo puedo eliminar o añadir elementos que se acercan con más precisión a lo que yo quiero expresar en una fotografía. Me acuerdo por ejemplo también de la añeja discusión sobre el collage, en el sentido de que también era algo artificial y que sus elementos no tenían que ver unos con otros. Es un poco como la discusión que se genera ahora con la aparición de la fotografía digital. Si Josep Renau se quedaba corto con sus ideas era porque las herramientas no le daban para más. Ahora, hay que tener cuidado con esto, porque lo que más hoy se encuentra con más frecuencia como representación de lo digital son, de hecho, ilustraciones, no son fotografías. Si comparas las fotos que yo he hecho, por ejemplo ésta de ?¿Dónde está la lana?? [una imagen que puede verse en ZoneZero, mayo del 2000], ¿qué tienen qué ver con los collages? Absolutamente nada. Hay que distinguir entre las visiones exclusivamente fotográficas y las que no lo son. Creo que este tipo de problemas no se han resuelto, ni siquiera hemos empezado.
?También tenemos el hecho de que la fotografía digital ya no necesita exclusivamente de un espacio físico para difundirse, como lo demuestra por ejemplo el sitio que fundaste, zonezero.com, con decenas de exposiciones virtuales de fotógrafos de todo el mundo. Aun así, con toda esta evidencia en favor de las ventajas, parece que hay mucha renuencia a aceptar las nuevas tecnologías
?La renuencia es la misma que ha habido en toda la historia de la humanidad. En el siglo XVI Maquiavelo escribió en El príncipe sobre el miedo de la gente a los cambios en las estructuras de poder ya establecidas, porque todavía no se habían demostrado las bondades específicas de cualquier nuevo tipo de gobierno ?y podemos hablar lo mismo de partidos políticos o de tecnología digital, de lo que quieras.
?Ese terror a aceptar cambios tan drásticos, como los que proponían Giordano Bruno, Copérnico o Galileo, que les valieron el escarnio, el descrédito o hasta la hoguera. Quizá sea pertinente comparar esta época con el Renacimiento, con el internet y las nuevas tecnologías... es como cuando se inventó la imprenta y se democratizó la información, se podía leer la Biblia, y cada vez más gente tenía acceso al alfabeto.
?Bueno, ¿quiénes son los que se opusieron a la imprenta? Tú sabes...
?La propia Iglesia...
?¡Los monjes que escribían los libros a mano! Y los príncipes que financiaban a los monjes y que les daban a los mismos príncipes la posibilidad de poseer bibliotecas privadas. Es decir, quienes obtenían algún beneficio derivado de esa estructura eran los primeros en oponerse. Es lo que pasa en el mundo digital: todos los fotógrafos establecidos, con una gran reputación, me ven como un hereje, ¡cómo puede ser que yo esté promoviendo y haciendo todos los esfuerzos en el ámbito digital y renunciando a mi pertenencia a la casta de los fotógrafos! En el CD-rom que hice [Verdades y ficciones, 1992] incluí todas las cartas que me mandaron, y muchas de ellas son muy críticas y escépticas en ese sentido, pero a los cinco años muchos de los que me criticaban cambiaron de opinión y ahí están ahora con sus fotografías en la red. Es como el famoso epitafio del hipocondríaco: ¿No que no?
?Hay varios intentos por controlar la red, hay países donde el internet está prohibido o donde su acceso está muy restringido.
?El mundo se reproduce en la red: los mismos debates y discusiones. La red es siempre una representación de todo lo que pasa en la realidad.
?Pero ver tantos sitios de odio, racistas o de pornografía infantil me hace pensar que la red padece un cáncer que está creciendo, que se expande de manera vertiginosa. ¿Cómo percibes el futuro de la red?
?En México siempre hemos sostenido que aquí no hay racismo, por ejemplo, pero cuando empiezan a aparecer cada vez más diarios y más libertad en el manejo de la información, con más investigación, se tiene la impresión de que de repente se desató una ola de racismo, de violencia. Pero eso ya existía. ¿Cómo me entero de que ayer mataron a veinte tipos aquí en el Distrito Federal en varios asaltos? Pues por la información, y si esa información no circula nunca lo sabría. Yo prefiero que todos estos grupos de odio estén en la red y que puedan detectarse y localizarse y no pensar que estamos sentados aquí y que todo eso no existe. Si algún imbécil ve un sitio de éstos y se inscribe y se vuelve neonazi, de todas maneras, si no iba a ser neonazi sería cualquier otra idiotez en la vida. Hay que ser muy estúpido para leer esas boberías y convertirse en neonazi.
?Desde luego. Pero tampoco creo que la solución vaya en el sentido de legislar rígidamente el internet. Hay tendencias autoritarias tanto en Estados Unidos como en China.
?Como en todo, no hay soluciones ideales. Pero qué ocurre, por ejemplo, con alguien que te vende algo en Australia y te estafa, ¿a quién demandas?, ¿dónde?, ¿qué haces? Para el desarrollo de un comercio mundial tiene que haber una regulación, tiene que haber responsables: ¿son las cortes de Estados Unidos las que tienen jurisdicción sobre las Islas Caimán, donde hay casinos que están robando? ¿Quién tiene jurisdicción legal en una cosa que es totalmente virgen? Y no estamos hablando nada más de si tú quieres subir a la red un manifiesto terrorista o de cómo cometer asesinatos. Una sociedad, no importa si es pequeña o primitiva, tiene códigos y leyes, incluso las familias las tienen. Hay por supuesto muchas consideraciones que tendrán que ventilarse, quiénes serán los que determinen en la red las reglas del juego, porque la completa libertad no es la solución: es una buena idea, una buena intención, pero sucede que todos quieren definir la libertad desde su propio punto de vista.
?A mí me sorprendió enormemente la convocatoria de la gran protesta contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle el año pasado, al parecer una buena parte se gestó por Internet...
?Tampoco seamos tan ingenuos, no se trata de enviarle noticias a 20 mil personas que de pronto dicen: Vámonos, súbete al camión que nos vamos a Seattle... Existían ya muchas cosas y por internet se gestaron complementariamente muchas otras, pero no fue internet el principio y el fin de todo este asunto. ¿Tú sabes cuál fue efectivamente el punto neurálgico de agilización de todo eso? Encontrar mediante el correo electrónico alojamiento para 20 mil chavos y chavas, en casas particulares, así toda esa gente podría ir sin que les costara mucho dinero.
?Supongo que zonezero es el sitio más grande de fotografía en el mundo virtual...
?Es posible... Piensa en La Regla Rota o en La Pus moderna, las revistas que tú hiciste y que ya no existen, excepto los ejemplares que están por ahí en algunas bibliotecas. El punto es cómo aquello dejó de existir. En cambio, en zonezero tenemos cerca de 180 ediciones, desde la primera, y no hay una que no se visite todo el tiempo desde los más distantes puntos del planeta (¡99 países!, si bien 80 por ciento provienen de Estados Unidos). Es una inmensa galería donde las 180 exposiciones permanecen montadas todo el tiempo. Y lo más sorprendente es que de pronto la 40 se convierte de la noche a la mañana en la más visitada, y te preguntas por qué sucede eso, posiblemente alguien hizo una liga quién sabe dónde y de repente vienen 10 mil personas a ver una exposición en particular.
Este mes ?noviembre? llegamos a tres y medio millones de hits, y para el siguiente seguramente esa cifra va a incrementarse aún más. ¿Cuántos museos o galerías reciben noventa mil visitantes al mes? Mi editorial, por ejemplo, es leído por unas 3 mil 500 o 4 mil personas al mes, y no te estoy diciendo si lo publico en algún diario con un tiraje de 100 mil o no sé cuántos, pero de esos 100 mil lectores no todos van a detenerse en mi artículo, y nadie podría decir cuántos lectores lo leyeron. Nosotros sí podemos saber cuántos leyeron tal o cual nota, y cuántos vieron esa o aquella fotografía en particular.. También ha habido cosas insólitas: en medio de la guerra, en Kosovo, imagínate, alguien me escribió para registrarse y para que le enviara el boletín mensual. En otra ocasión me llegó un correo de alguien de quien no podía descifrar la dirección, le contesté diciéndole: Oye, qué bien que te registraste, ¿pero de dónde eres tú? El tipo me contestó y resulta que vive en pleno círculo polar ártico, ¡a unos kilómetros del Polo Norte! ¿Puedes creer eso?
[2000]

martes, julio 20, 2004

Ayer...

Ayer, 19 de julio, se cumplieron dos años de la muerte de mi padre, Rogelio Villarreal Huerta. (Benito Juárez murió el mismo día hace 132 años.) Editor en esta Ciudad de México y en Torreón, a donde volvió hace 15 años a vivir y a morir, mi padre hizo muchos buenos amigos que dejaron constancia de su paso por este mundo: Jaime Muñoz, Daniel Herrera, Gonzalo Martré, Guillermo Fadanelli, entre otros. Dejó algunos poemas y cuentos sueltos desperdigados en revistas literarias y quizá algún día mi hermano Román y yo editemos un volumen con lo mejor de las piezas que nos legó en un desordenado fardo de manuscritos.

Replicante anuncia su inminente aparición a comienzos del próximo otoño con materiales de primera calidad: Roger Bartra, Heriberto Yépez, Janet Jarman, Guillermo Fadanelli, Manuel Aceves, Clément y otros magníficos exponentes de la cultura viva de México y el mundo.

La CDHDF aún no ha resuelto sobre la estúpida acusación que hizo en contra mía por "haber sustraído información indebidamente" perteneciente a esa institución pública. Varias veces mi abogado ha ido a las oficinas de la Comisión a informarse de la resolución para encontrarse con la misma respuesta: "Estamos esperando un último informe..." Qué ganas de perder el tiempo, de desperdiciar recursos humanos y materiales. Ojalá pronto Miguel Sarre y Antonio López Ugalde se decidan a emprender el análisis de gestión de la CDHDF, tomando también en cuenta, desde luego, la situación que prevalece dentro de esa institución en relación con los empleados. Nos hemos enterado de más renuncias y despidos, además de que continúan los descuentos ilegales, el hostigamiento laboral y el bloqueo a la constitución de un sindicato. En fin, Alvarez Icaza sigue demostrando su proclividad a la simulación y al arrobo mediático. Ya se dieron cuenta de que el único diario que lo pela a lo grande es la Crónica de Hoy? -el diario del cual es presidente Jorge Kahwagi padre, el culpable de haber traído al mundo al cretinazo recién expulsado del Big Brother. La Crónica, como es bien sabido, fue fundado con capital del ex presidente Carlos Salinas. Seguiremos informando...

domingo, mayo 23, 2004

Esclavitud en el siglo XX

[En virtud de la inminente salida de Norma Lazo de la revista que dirigió durante diez años, Complot, publicamos en este sitio el artículo que publiqué en febrero de este año con la valiosa colaboración de Héctor Villarreal. Va dedicado, con mucho cariño, para Román Torres Huato, generoso y sacrificado defensor de los derechos humanos y hombre fuerte del ombudsbaby Emilio Alvarez Icaza]


El trabajo os hará libres...

I. Aquí defendemos tus derechos...
Doña Rosy trabaja de 11 de la mañana a las 7 de la tarde en una institución pública limpiando pisos, alfombras, muebles, muros, baños y vidrios, además de los trastos abandonados en mesas y fregaderos por secretarias y oficinistas fodongos. Dos sábados al mes trabaja de 11 a 3 y eventualmente también algún domingo, cuando, al menos, no tiene que servirle café a nadie. Aparenta poco más de cincuenta años, aunque quizá tenga menos, y gana 890 pesos a la quincena. Está contratada por una compañía que a su vez vende sus servicios a esa institución. Por seis años de trabajo le corresponden ya 14 días de vacaciones y quince días de salario de aguinaldo. No recibe ningún regalo de Navidad o Reyes por parte de la compañía y, cuando falta un día, se le descuentan 150 pesos, aunque no sabe explicar por qué. A pesar de algunos retrasos en el día de pago, Mary dice estar agradecida con su trabajo y que nunca ha tenido problemas con sus patrones, si bien la vigilancia y el control de la supervisora son muy estrictos (como la operación mochila, para prevenir que se robe algo o cometa un acto terrorista, seguramente).
Doña Rosy es derechohabiente del Seguro Social, pero si se enferma tiene que esperar hasta tres horas en la clínica para ser atendida. Si hay medicinas correrá con suerte, si no, tendrá que comprarlas en alguna farmacia, si le alcanza. Tiene dos hijos, uno de ellos estudia la primaria y el otro lava coches en las calles. Su marido es obrero en una fábrica de acero y jamás le ha dicho a cuánto asciende su salario -?¿Pa? qué quieres saber??-, pero le da 400 pesos quincenales, los cuales, dice, no le alcanzan para todos los gastos, ?Por eso trabajo?. Rosy viaja durante dos horas desde su casa en Tultitlán, Estado de México, al puesto de trabajo. Al regreso al hogar prepara la cena para su marido y sus hijos y, finalmente, puede descansar unas horas.
Macro Klim es una de las decenas de compañías de mantenimiento y limpieza de inmuebles en la Ciudad de México, entre otras con nombres tan ingeniosos como LavaTap, Brillolim, Clean Power, Arquilim, Prolim y Grupo Empresarial de Limpieza. En 1998 la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal lanzó la convocatoria para una licitación pública nacional para contratar a una de estas empresas. La ganadora fue Macro Klim, para la cual trabaja doña Rosy. Como se sabe, las licitaciones son adjudicadas a las compañías que hacen la oferta económica más baja con tal de ganar el contrato. Esto significa que Macro Klim es la que peor paga a sus empleados. Aun así, ha conseguido refrendar el contrato con la Comisión cinco años seguidos. ?Ante esto no podemos hacer nada?, expresó Román Torres Huato, administrador general de la CDHDF, cuando se le inquirió sobre la posibilidad de mejorar la situación laboral de esos empleados. ?Pero lo que sí podemos hacer es permitirles trabajar dos turnos, así se ayudan un poco...?

II. La esclavitud en tiempos de Fukuyama
La esclavitud tradicional se caracteriza por la compra y venta de personas como mercancías para que el propietario obtenga un beneficio por su explotación. En Sudán, donde se encuentra más extendida esta práctica, se calcula que hay entre 90 mil y 300 mil esclavos, actividad permitida pasivamente por su gobierno en un contexto de guerra, enfermedad y pobreza extrema. El precio promedio de los esclavos es de 50 dólares por cada uno, que es la cantidad que ha pagado Christian Solidarity Internacional desde 1995 para liberar a 11 mil de ellos.
Este fenómeno no es ajeno a México. En Juanacatlán, Guerrero, donde hay niñas que ?se casan? desde los diez años de edad, algunos padres de familia las ?venden? a un precio de entre 10 mil y 15 mil pesos; en distintas comunidades de Oaxaca las intercambian por ganado o cajas de licor y en el centro de la capital del país, en el barrio de La Merced, hay proxenetas que ?venden? muchachas que traen de esos estados y de Michoacán a un precio de entre 10 mil y 15 mil pesos para obligarlas a prostituirse (Reforma, 3?5 de julio de 2003.)
Las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los especialistas en distintos campos de las ciencias sociales vienen hablando de nuevas formas de esclavitud para referirse a un conjunto de violaciones a los derechos humanos por las cuales personas de distintos grupos vulnerables -aunque no son formalmente propiedad de un dueño- son explotadas para obtener de ellas beneficios económicos, principalmente. De este modo, en conjunto, hay actualmente más personas en condiciones de esclavitud que en toda la historia: 250 millones.
Las nuevas formas de esclavitud incluyen la explotación laboral y la sexual, el reclutamiento forzoso para conflictos armados y el cautiverio por endeudamiento. Los grupos victimados en mayor proporción son las mujeres, los infantes, los inmigrantes y los indígenas. No obstante lo válido que pueda ser esta taxonomía, en realidad no existe una distinción neta entre las distintas formas de esclavitud, pues con frecuencia se entreveran y las mismas familias o grupos son víctimas de varios tipos de explotación, todas como causa de la aguda pobreza en la que viven 1 300 millones de personas en el mundo. El síndrome de Estocolmo es el del secuestrado agradecido con su secuestrador por haberlo tratado bien, de la misma manera en que bajo las nuevas formas de esclavitud el explotado agradece a su explotador porque gracias a él no muere de hambre.
Sin embargo, la pobreza, por sí misma, no es la causa de la esclavitud, pues también tiene relación con el analfabetismo, el desempleo, la desintegración familiar, la violencia doméstica y del entorno social, el crimen organizado, en muchos casos la codicia de los familiares y, en todos, la incapacidad y la corrupción de las autoridades para abatir la impunidad de una cadena de crímenes: la compra-venta y el tráfico de personas, la prostitución y la pornografía infantil, la explotación del trabajo infantil, la mutilación sexual de niñas y adolescentes, la utilización forzosa de infantes en conflictos armados, la privación de la libertad (cautiverio), la venta de órganos, la explotación de la prostitución y las prácticas discriminatorias (apartheid).

III. ¡Vamos, México!
La explotación laboral es la forma de esclavitud más extendida en México. Ésta consiste en condiciones injustas para el trabajador: jornadas extenuantes, paga ínfima, falta de seguridad social y prestaciones y, con frecuencia, condiciones de riesgo para la salud.
Como en el sureste de Asia, también en nuestro país las maquiladoras de las industrias de la electrónica, textil y del calzado emplean a mujeres. Entre los escombros de los edificios del centro de la Ciudad de México que cayeron a causa del terremoto de 1985 la opinión pública conoció las infames condiciones de trabajo de cientos de costureras. Actualmente se calcula que hay 600 mil mujeres que laboran en la industria del vestido, en empresas que les pagan 42 pesos por día (el salario mínimo) o de 30 centavos a un peso por pieza (a destajo).
En peores condiciones está la inmensa mayoría de los niños trabajadores. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe Un futuro sin trabajo infantil, calcula 180 millones de menores entre cinco y 17 años ocupados en la prostitución y el trabajo esclavizado y peligroso. Muchos de ellos no poseen certificado de nacimiento ni algún otro documento oficial y miles mueren cada año por accidentes de trabajo. Patrones sin escrúpulos prefieren contratarlos a ellos para pagarles menos que a personas mayores de edad, como en la India, donde hay 50 millones de adultos desempleados y 60 millones de niños que trabajan.
Aunque la ley lo prohíbe, en México la explotación del trabajo infantil es una realidad escandalosa, desde los niños que mendigan en la vía pública hasta los que se dedican a la pizca en Sinaloa y Baja California provenientes del sur del país, a veces con toda su familia.
Los inmigrantes también son frecuentemente víctimas de esta explotación. Así como muchos mexicanos en Estados Unidos trabajan ilegalmente bajo la amenaza de ser repatriados, en las plantaciones del sureste mexicano se explota a jornaleros provenientes de Centroamérica.

IV. Directamente del campo...
El trabajo doméstico es otra de las formas de explotación más comunes en México. Muchachas pobres, sin estudios, que inmigran del campo a la ciudad, muchas de ellas menores de edad, son empleadas sin contrato como servidumbre, no cuentan con seguridad social y son obligadas a trabajar jornadas extenuantes a cambio de hospedaje y sueldos misérrimos. Esta situación se presenta incluso en domicilios de ?luchadores sociales? que defienden los derechos de los indígenas, siempre y cuando se mantengan en sus lugares de origen y vistan sus trajes tradicionales (este tema próximamente será objeto de una investigación en San Cristóbal de las Casas).

V. Sexo en pequeño
A partir de los años setenta, cuando el turismo se volvió un fenómeno en el que participan amplios sectores sociales, la explotación sexual comercial de niños adquirió una nueva y gigantesca dimensión con el llamado turismo sexual, en el cual los adultos provenientes de países desarrollados viajan a países pobres -donde la autoridad permite o solapa estas prácticas, a diferencia de sus países de origen- para tener relaciones sexuales con niños. Las nuevas tecnologías de la informática y la infraestructura de internet han abierto nuevas dimensiones a la pornografía infantil y a la creación de redes de pedófilos y hebéfilos. La otra cara de la misma moneda es el tráfico de menores de los países pobres a los desarrollados para explotarlos ahí, comprados a sus familiares en sus países de origen y obligándolos a permanecer cautivos luego de hacerlos adictos a drogas. Se trata de un ?negocio? de ganancias multimillonarias para el crimen organizado: una mujer llevada desde Asia a Estados Unidos para prostituirla es ?vendida? hasta en 20 mil dólares. Las estimaciones de la UNICEF hablan de aproximadamente un millón de niños explotados sexualmente en el sur de Asia y varios cientos de miles más en América y África.

VI. No se vale soñar
En México, 16 mil menores son prostituidos. La antropóloga Elena Azaola coordinó una investigación sobre la explotación sexual comercial de niños en nuestro país que incluyó entrevistas a menores que se prostituyen. En ellas ni uno solo dijo gustarle lo que hace: todos expresaron sentir asco y vergüenza. Se comprobó que tienen una imagen desvalorada de sí mismos, anhelan otro tipo de vida y les gustaría tener oportunidades para poder estudiar y llegar a ser profesionistas. Sin embargo, observa la investigadora, ?otros ya no se permiten soñar, perdieron la esperanza y creen que morirán en la calle o en la cárcel. Viven con una tristeza profunda que adormecen con drogas?.

VII. Soldados de juguete
En el mundo hay aproximadamente 300 mil niños obligados a participar en conflictos bélicos por ejércitos, guerrillas y paramilitares en países como Argelia, Filipinas, Indonesia, India, Sierra Leona y Colombia. En este último hay 11 mil menores en esta situación. Los niños son raptados de sus comunidades o amenazados de muerte para que se integren como combatientes. Niñas y también niños son mantenidos como esclavos sexuales al servicio de la tropa. En Tanzania, Angola y Zimbabwe el sida se convirtió en pandemia a causa de esta práctica.
Al parecer, este tipo de explotación no existe en México, pero hay informes de que en la proximidad del Campo Militar Núm. 1 y en los campamentos del Ejército en Chiapas hay prostíbulos en los que se retiene por la fuerza a menores de edad (Reforma, 5 de julio de 2002; Azaola y Estes: 2003.)

VIII. El Porfiriato actualizado
Un ejemplo de servidumbre por endeudamiento es el de los campesinos sin tierra, como en Brasil, donde éstos contraen una deuda inicial con el patrón a cambio de hospedaje y manutención, la cual nunca acaban de pagar con el salario que reciben o tienen que entregar una parte de su cosecha como pago por el alquiler de la tierra.
Esta forma de esclavitud se encuentra presente en México, principalmente en los municipios fronterizos de Chiapas. En este caso, la servidumbre por endeudamiento se encuentra asociada a la explotación sexual, la cual padecen aproximadamente 600 menores en ?zonas de tolerancia?. Son inmigrantes centroamericanas que ingresaron ilegalmente a nuestro país, en muchas ocasiones ?vendidas? por sus propios familiares a dueños de bares, donde las obligan a prostituirse y las mantienen privadas de su libertad. Llama la atención que en estas comunidades tanto la prostitución de menores como su cautiverio son vistas con aceptación por la comunidad, como parte del orden social, no obstante que es ilegal (Azaola y Estes, 2003).

IX. Esclavos outsourcing.
Una de las posibles características de las nuevas formas de esclavitud es que los explotadores se han vuelto invisibles, mejor dicho, son intangibles o irreconocibles, gracias a la nueva infraestructura de tecnologías digitales que soportan a los procesos de globalización financiera y de los negocios. Por ejemplo, los propietarios (anónimos) de Nike son dueños de una firma (marca), pero no poseen ningún inmueble ni bienes de capital. Tampoco tienen contratados trabajadores de la manufactura. En realidad, esta empresa es un estudio de investigación y diseño con una estrategia de marketing y distribución que cuenta con una red de proveedores en el sudeste asiático a los que llama ?socios de producción?. Éstos, a su vez, tienen contratados a cerca de 450 mil trabajadores a quienes les pagan entre 1.60 y 2.25 dólares al día, entre ellos, niñas desde los trece años de edad que trabajan más de 60 horas a la semana, muchas de las cuales reciben agresiones sexuales. Al menos así fue durante 1998, año en el que el líder de ventas de calzado y ropa deportiva obtuvo utilidades, tan sólo en Estados Unidos, por más de 4 mil millones de dólares. (Rifkin, 69-73).

X. El patio trasero
Lejos de pensar que es un país ideal y en plena transición democrática, como pregonan Fox y su ?gabinetazo? -y como lo hicieron antes los priistas en el poder-, México es un territorio descoyuntado donde impera la anarquía o, más bien, donde la salvaje oligarquía financiera ha sentado sus reales y comparte el poder y la riqueza con el poderoso narcotráfico organizado. Los políticos sólo sirven para hacer el ridículo mientras las condiciones de vida de millones de mexicanos se degradan aceleradamente. La legislación laboral simplemente no se cumple y los responsables se hacen de la vista gorda. Las muchachas que trabajan en las maquiladoras de Ciudad Juárez siguen siendo cazadas y asesinadas sin que a casi nadie le importe. En el Valle de San Quintín la vida de los peones acasillados no se diferencia en nada de la de los campesinos enviados a trabajar a Pinotepa Nacional durante la dictadura de Porfirio Díaz. El desempleo cunde como pólvora y la pobreza carcome el tejido social de un país desesperado y hambriento. Ya quisieran los niños de la calle poder tragar camote, siquiera. Las declaraciones cotidianas de la clase gobernante parecen una broma descarada y de mal gusto. Habría que ver qué es lo que realmente piensa en secreto Carlos Abascal, secretario del Trabajo -el de la famosa frase ?Las mujeres a la cocina?-, con cuyo salario podrían sobrevivir varias familias obreras y campesinas durante un año. El trabajo en México no dignifica, sino todo lo contrario... ¿Es éste el país que quiere el gobierno del cambio?

Fuentes:
Azaola, E. y R. J. Estes (coords.) (2003), La infancia como mercancía sexual, México, Canadá, Estados Unidos, México: Siglo XXI Editores y Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Aprovecharse del abuso, Nueva York: UNICEF, 2001.
----------, Guerras de adultos, niños soldados.
Jeremy Rifkin (2000), La era del acceso, Barcelona: Paidós.
Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Formas contemporáneas de la esclavitud, Folleto informativo No. 14.
Organización Internacional del Trabajo (OIT), Un futuro sin trabajo infantil.

domingo, mayo 16, 2004

Los antecedentes de otra violación de la CDHDF

El 30 de abril un ciudadano español envió a Enrique Galván Ochoa, autor de la columna Dinero, en La Jornada, la siguiente carta:

@ E-VOX POPULI
ASUNTO: NIDO DE BRIBONES. Soy súbdito español y vivo en Madrid. En el mes de enero de este año fui testigo de un acto de discriminación cometido dentro de la oficina de quejas y atención de la CDHDF, por una señora de apellido La Parra. Por ello me dirigí por correo electrónico al presidente de la CDHDF, quien diligentemente pidió a su contralora interna, la señora Rosa María Cruz, que me atendiera. La tal señora Rosa María me indicó que se requería ''la ratificación personal de quien interpone la queja'', para iniciar una investigación. Ante tal afirmación me dirigí nuevamente al maestro Emilio Alvarez Icaza, señalándole que me era imposible viajar a la Ciudad de México para ratificar ''personalmente'' mi queja, pero que a fines del mes de febrero un amigo mío se trasladaría a México y entregaría en mi nombre un documento debidamente firmado. El 19 de febrero de 2004 la señora Rosa María Cruz me informa que para iniciar un procedimiento se debía ''cumplir requerimientos de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos'', y me pidió mi domicilio. El día 3 de marzo recibí, para sorpresa mía, una resolución en la que me informa acerca de la existencia de un término para presentar mi documento, cosa que jamás se me hizo saber, y como lo había excedido ya no se podría hacer nada. Además me citó varias leyes mexicanas, cuyo contenido desconozco por completo. Deseo destacar dos cuestiones: 1) La CDHDF, a pesar de su nueva oficina y del presupuesto que se le asigna, es un nido de bribones. Por un lado la gente que va a sus oficinas es tratada de forma racista y discriminatoria; por el otro, la gente que se anima a quejarse es tratada de mala manera, como ocurrió a un servidor. 2) Basta con hacer una búsqueda por la red para saber que contra la CDHDF existen múltiples inconformidades: hostigamiento sexual en agravio de las mujeres trabajadoras de esa institución, despidos y, tal y como pude percatarme, maltratos al personal que ahí labora.
Pablo Córcega y Mendoza/Madrid
pablocorcega@hotmail.com

La respuesta de Galván:
R: Caray, no gana uno para vergüenzas. Y se supone que son los defensores de los derechos humanos.

El 14 de mayo Galván Ochoa publica en su columna lo siguiente:

Sí existe
ES INAUDITO HASTA DONDE llega la corrupción y el cinismo de algunos funcionarios. Publiqué hace algunos días una denuncia relativa al trato discriminatorio que le dieron a una mujer ni más ni menos que en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), a cargo de Emilio Alvarez Icaza. En vez de atender la denuncia, la comisión envió al Correo Ilustrado una carta en la que de algún modo ponía en duda la existencia del denunciante, que vive en Madrid. Ayer le envié este mensaje lleno de candor:

-Don Pablo, le ruego me diga la verdad. ¿Usted existe?

Horas después recibí esta respuesta por e-mail: ?Claro que existo, mi denuncia es real; vivo en Madrid, pero durante varios años viví en la Ciudad de México, pues mi señor padre era mejicano (sic). ¿Cómo puedo probarle mi existencia?, ¿cómo puedo probar que mi denuncia es real? Vosotros habéis visto en los correos la manera en que la CDHDF trató de solapar la actitud de su empleada. La CDHDF ha tratado de desvirtuar mi inconformidad con argumentos pueriles, pero jamás han explicado por qué no informaron la existencia de un término para presentar mi inconformidad, lo que a la larga resultó en mi perjuicio?.
Pablo Córcega y Mendoza.
Santa Hortensia 60,
Madrid, España.

Galván Ochoa;
¿Se dan cuenta, amigos? Y eso sucede en la Comisión de Derechos Humanos...

Yo, Rogelio Villarreal:
La elite que dirige a la CDHDF pertenece, evidentemente, a la misma clase política que se ha encastrado en el PRD y en la Asamblea Legislativa y que tanto daño le hace al país. No defienden los derechos humanos ni al pueblo, son simuladores que ganan sueldos estupendos y se solazan pronunciando discursos en favor de la democracia y de la tolerancia. Hasta ahora la CDHDF no ha podido desmentir una sola de las irregularidades y violaciones que publiqué en la revista Día Siete en febrero de este año. Por el contrario, el director general de Administración, Román Torres Huato, instruyó a la Contraloría Interna de esa institución pública para que me citara en relación con la sustracción de información perteneciente a la CDHDF y de haberla publicado en un sitio de internet ?lo cual es totalmente falso, como lo estamos demostrando mi abogado y yo. Se trata, sencillamente, de una venganza en mi contra. Por esta razón han estado interrogando de manera policiaca ?¿no es cierto, contralora?? a algunos empleados de la Comisión con los que tuve o tengo relaciones de compañerismo o de amistad. Así defiende la CDHDF los derechos humanos y la libertad de expresión. En los últimos meses se han acumulado tantos testimonios de empleados y ex empleados que estamos pensando en la publicación de un libro donde se analicen el discurso y la gestión de la CDHDF en relación con su política laboral y sus campañas en favor de los derechos humanos. Hay que desenmascarar a esos simuladores.

sábado, mayo 15, 2004

Más sobre la CDHDF...

Acabo de leer en la columna Dinero, de Enrique Galván Ochoa (La Jornada, 15 de mayo), el siguiente párrafo sobre el director general de Quejas de la CDHDF. Pero eso sí, cómo se las dan de santos y puros...

ASUNTO: EL SOFA DEL AMOR. Leí en tu columna que una persona se queja del trato que dan en la Comisión de Derechos Humanos. Te quedarías asombrado si supieras hasta qué punto es cierto. En la Dirección General de Quejas se pasan la Ley Federal del Trabajo por el arco del triunfo. Nos hacen trabajar horarios de esclavos. Eso no es lo peor: el director general, Jaime Calderón, tiene un su privado lo que nosotros llamamos "el sofá del amor". Siempre contrata abogadas guapas y jóvenes. Investiga cuántas personas han sido despedidas o han renunciado. Yo trabajo aquí, no publiques mis datos, temo represalias, pero te envío los nombres de tres abogadas que te podrían confirmar lo que digo.

Buzón reservado.

R: ¡Caray! Si entiendo bien, la Dirección de Quejas está en vías de convertirse en Dirección de Quejidos (amorosos).

viernes, marzo 12, 2004

La senda de los perdedores

"He llevado una vida extraña y confusa, de total y espantosa servidumbre, en su mayor parte. Pero creo que la diferencia estaba en la manera en que me abría paso entre la mierda."
Charles Bukowski

I. Charles Bukowski arribó al universo de las letras hispánicas en 1978, cuando Jorge Herralde, entusiasmado, lanzó al unísono tres volúmenes de este escritor en la colección Contraseñas de la editorial Anagrama: Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones, La máquina de follar y Escritos de un viejo indecente. Ya encarrerado, en 1979 publicaría Se busca una mujer, en 1980 Factotum y en 1981 Mujeres, venturosamente seguidos en 1983 por Cartero y la entrevista Lo que más me gusta es rascarme los sobacos (el mismo año y en la misma colección en que se publicaron Las cartas de ese otro gran insolente, Groucho Marx). De 1985 a 1993 vendría una andanada de libros del poeta alcohólico de Los Ángeles y, además, su biografía Hank, escrita por Neeli Cherkovski. Sin embargo, aún hay un puñado de textos de Bukowski inéditos en español --sobre todo de poemas--, aunque no pasa un día sin que las pocas librerías del país llamen a los distribuidores por más reediciones.
Nunca se sabrá quién fue el primer mexicano en leer las madrileñas traducciones de Anagrama --¿cuándo lo leyeron Parménides, José Agustín o Gustavo Sáinz?--, pero lo cierto es que a mediados de los años ochenta ya había fieles seguidores de su vida y su obra --pocas veces éstas se encuentran tan indisolublemente entreveradas en un escritor. Gonzalo Martré había publicado en los años setenta las desenfrenadas y escatológicas Jet set, Safari en la Zona Rosa y Coprofernalia, pero no puede hablarse aquí de influencias bukowskianas sino de gratas afinidades y coincidencias. En cambio, el xalapeño Fernando Nachón reconocería abiertamente esa raigambre en De a perrito (1989), su vertiginosa novela donde el alcohol, el sexo, los celos, el humor, la noche, la velocidad, la reflexión y una sana dosis de amoralidad y antiautoritarismo desbordaban cada página de esa obra memorable terminada en 28 días: homenaje fugaz a la desolación y el desarraigo. Había también estudiantes universitarios que empezaban a leerlo y que pocos años más tarde publicarían relatos y novelas en las cuales se adivinaría la huella del ex cartero angelino, como Eusebio Ruvalcaba (Clint Eastwood, hazme el amor), Enrique Blanc (Cicatrices del bolero, No todos los ángeles caen del cielo), Mauricio Bares (Coito circuito, Streamline 98, Sobredosis), J.M. Servín (Periodismo Charter, Cuartos para gente sola) y Rubén Bonet (sin título, sin nada). En La Regla Rota y La Pus moderna, las revistas que dirigí entre 1984 y 1996, publiqué a éstos y a otros incipientes autores que hacían suyas la ética y la estética de un escritor que a su vez admiraba profundamente al maldito Céline y al entonces desconocido Fante y que abominaba, justamente, a Shakespeare y a Shaw. La transformación de la derrota en victoria, la convicción de que se podía escribir con irreverencia y libertad, al margen de los exclusivos cánones de la tradición y centrándose en las experiencias propias --el rechazo, el deseo, la frustración, el desempleo, la supervivencia--, han sido un extraordinario estímulo para decenas de aspirantes a escritores desde entonces hasta nuestros días. (Abundan, desde luego, quienes han convertido a Bukowski en un santón y no han hecho más que copias lamentables de su escritura implacable.) Las revistas Moho y Generación han acogido en sus páginas a decenas de autores diversos pero cuyas líneas genealógicas conducen invariablemente al viejo Bukowski: Jorge Luis Berdeja, Alejandra Maldonado, Juan Mendoza, Ari Volovich, Rocío Boliver y Alfonso Morcillo ("En 1988 tomé un taller de cuento que no vale la pena mencionar. Algunos me dijeron que eran totalmente bukowskianos. Yo ignoraba todo de Hank. Ese mismo día fui a una librería y me compré La máquina de follar. Dejé de escribir. No tenía sentido hacerlo"). Además, en internet hay decenas de blogs de autores que se editan a sí mismos y de los cuales muchos reflejan una visión de la vida moldeada por las enseñanzas del buen Buk. (Extrañamente, uno de ellos es mujer y publica de manera anónima sus ácidas y voluptuosas reflexiones en www.srtamasturbacion.blogspot.com)

II. En el 2004 Herralde hace una jugada similar a la que hizo 16 años antes y publica dos volúmenes al hilo del escritor mexicano Guillermo Fadanelli: Compraré un rifle y La otra cara de Rock Hudson. Fadanelli, el más acabado y conocido escritor surgido del underground local, leyó a Bukowski también a finales de los años ochenta, cuya obra encontró hojeando volúmenes en los estantes de las librerías. Después de ver El amor es un perro infernal (Dominique Deruddere, 1987), dice, compró casi todos sus libros, incluyendo las ediciones de City Lights y Black Sparrow Press.
"Escribí cientos de relatos a la manera Bukowski, publiqué algunos en Moho, después los guardé en un cajón para siempre", confiesa Fadanelli. "Bukowski no es imitable pues detrás de su escritura hay una vida singular. Todos hemos leído a Bukowski, pero no existe ningún escritor mexicano, desde mi punto de vista, cuya obra tenga semejanzas con la suya. Quizás algunos jóvenes, pero se les quitará esa influencia cuando encuentren su propia voz." Acaso tiene razón. El "estilo Bukowski" es inimitable pero los aprendices tratan de escribir bajo el influjo de su prosa corrosiva, al lado de otras influencias igualmente poderosas: Capote, el mismo Fante, Hunter Thompson... En todo caso, la lectura inteligente y reflexiva de la obra bukowskiana será siempre recomendable y benigna.
La sordidez, la violencia y la obscenidad de sus personajes, pero también su crudeza y su humanidad, hacen de los libros de Bukowski un cuerpo sólido y contundente que desmiente a cada hoja la seductora hipocresía del sueño americano --esa enorme fábrica de derrotados. El viejo Buk padeció con elegancia, durante años, humillaciones en talleres y oficinas, fue desdeñado por una crítica torpe y engolada y bebió lúcidamente cientos de litros de alcohol sin miedo a los estragos de la cruda. Y nunca dejó de escribir ni de ser auténticamente procaz y sincero. Su casi cuarenta volúmenes son producto de la madurez, de la inteligencia y de la soledad, de una pasión a prueba de los más duros golpes. Quizá por eso nadie pueda jamás volver a escribir como él.

jueves, febrero 12, 2004

La Comisión de Derechos Humanos del DF viola los derechos de sus trabajadores

El 1 de febrero de este año publiqué el siguiente texto en la revista semanal Día Siete. En él denuncio las irregularidades, arbitrariedades e incongruencias de la Comisión de Derechos Humanos del DF, institución donde trabajé durante un año como subdirector de Publicaciones y donde la burocracia del más puro estilo priista ha sentado sus reales...


La Administración Pública y la defensa de los derechos humanos

Rogelio Villarreal*


El lenguaje de los derechos afirma que todos los seres humanos pueden participar en la deliberación esencial en la que se determinará cómo nos debemos tratar los unos a los otros.
MICHAEL IGNATIEFF, Los derechos humanos como política e idolatría (Paidós, 2003)

No pude con la burocracia, pero la burocracia tampoco pudo conmigo...
Ah, la ingenuidad. Cuando me llamaron pensé que requerían mis servicios para coordinar un departamento editorial, con un programa planeado responsable y concienzudamente. Pero poco más de un año como subdirector de Publicaciones de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) fue más que suficiente para percatarme de la disociación que existe entre el discurso y la práctica de la defensa de los derechos humanos en esa institución pública fundada hace diez años, por no hablar de las deplorables condiciones materiales de trabajo.
Porque si bien los principios y los objetivos de la CDHDF son compartidos, en términos generales, por todos los que desean ver y participar en el avance de la democracia y en la erradicación de la injusticia en esta ciudad —en este país—, la realidad que viví y atestigüé me hace concluir que la situación prevaleciente en la CDHDF dista mucho de ser la ideal para una institución que pretende ser humanista, democrática y transparente, y que el discurso entusiasta y triunfalista de su presidente, Emilio Álvarez Icaza,1 no es compartido, como él cree, por todos sus empleados.
Tanto Álvarez Icaza como su círculo inmediato de colaboradores provienen de lo que se ha dado en llamar pretenciosamente “sociedad civil organizada”, es decir, del activismo y la militancia “progresista” o de “izquierda”, de organismos no gubernamentales de varios signos —del feminismo al neozapatismo— y hasta de partidos desacreditados como el de la Revolución Democrática (PRD) y, además, de algunas otras organizaciones “comprometidas” con el fortalecimiento de la malhadada democracia mexicana. Sin embargo, es sorprendente ver cómo Álvarez Icaza y su gente se adaptaron a la Administración Pública de una manera tan natural y aterciopelada que no tardaron en reproducir sus viciados estilos de conducción; atavismos que deberían arrojarse al aún maloliente pasado autoritario y antidemocrático y desterrarlos de este presente dislocado y confuso, de transición y cambios —no de retrocesos: ¿adónde se fueron los ánimos reformadores que los caracterizaban hace apenas unos años?

Contadores contra editores
La estructura burocrática ha entorpecido, desde la fundación de la CDHDF, la concreción de un programa editorial estratégico —por no mencionar otros igualmente esenciales para la Comisión—, el cual debería ser producto del trabajo reflexivo y coordinado de la Presidencia, de los asesores y los titulares de todas las áreas: ¿de qué sirven 5 mil folletos contra la discriminación en una ciudad de 20 millones de habitantes? En realidad se trata de una labor improvisada y soslayada, a la que sólo se atiende cuando apremian el Informe anual, las tarjetas de navidad y los diplomas de fin de año.2
Sólo una concepción del trabajo que destaca el discurso y el lucimiento por encima de los resultados (a la que podemos calificar de priista) explica la ineptitud y la ineficiencia de los asesores del presidente de la CDHDF —con la honrosa excepción de Rafael Álvarez—, la prepotencia de su secretario particular —¿quieren testigos?— y la deficiente calidad de muchas de las investigaciones realizadas en áreas que a eso, precisamente, dedican sus esfuerzos.3 Por otra parte, habría que cuestionar también no solamente el sentido de las disposiciones del director general de Administración en relación con los descuentos a los empleados, sino también otras igualmente agresivas: la revisión de bolsas y portafolios, tratos diferenciados y excesivas trabas burocráticas que hacen que se gaste más tiempo en papeleo que en trabajo real. ¿No sería más idóneo y satisfactorio encontrar, en primera instancia, formas inteligentes y creativas de estimular la responsabilidad y la “cultura de respeto a los derechos humanos” entre los trabajadores de la CDHDF? ¿No podrían encaminarse los esfuerzos de la Administración hacia objetivos más acordes con su función, como la de aliviar la pesada carga de trabajo administrativo en las áreas de la institución y proveerlas de los elementos necesarios para su mejor desempeño?

Ante todo, elegancia, buen gusto y distinción...
La administración de Álvarez Icaza no sólo ha mantenido el tinte clasista, jerárquico e inequitativo que ha caracterizado desde hace décadas a la burocracia nacional, sino que ha actualizado políticas corporativas en aras del “control y la disciplina”. La burocracia propicia conductas aberrantes y corrosivas del espíritu —servilismo, oportunismo, irresponsabilidad, nepotismo...— distantes de los fines que persigue la verdadera defensa de los derechos humanos —y no la que echa mano de la corrección política a toda costa y del lenguaje artificial de la “perspectiva de género”.
La Administración Pública es rígida y, por desgracia, sus estipulaciones deben cumplirse cabalmente: ahí están, entre otras, las diferencias abismales entre los privilegios y los sueldos de los altos mandos y los de la “fuerza de trabajo”, los de intendencia y los de quienes trabajan por honorarios (muchos de los cuales carecen de seguridad social: una prestación obligatoria); la imposibilidad de ascender en el escalafón; la falacia del servicio civil de carrera (ya que los mejores puestos son para los amigos y no para quienes tienen los méritos suficientes); el hostigamiento laboral del cual han sido objeto varios empleados con el fin de obtener su renuncia y los despidos del personal “incómodo” sin mayores explicaciones (trabajadoras del desaparecido Centro de Atención Integral y Servicio —CAIS— y un redactor —Héctor Villarreal, coautor de este dossier— que se atrevió a quejarse por los descuentos ilegales). ¿Cuál es la causa de tantos despidos y renuncias en las últimas semanas? ¿Por qué una institución que presume de mediadora inhibe el diálogo y la conciliación entre sus integrantes? ¿En qué lugar queda la ética que tanto se pregona?
La Ciudad de México es ya una urbe monstruosa en donde los derechos humanos son cada vez más vulnerados, incluso dentro de la CDHDF. Para que esta institución pueda arrogarse la calidad moral imprescindible para emitir recomendaciones a funcionarios que atropellan los derechos humanos de los ciudadanos primero debe emprender un largo y genuino proceso de autocrítica, de reflexión y de reforma. La práctica de estos derechos debe darse de manera cotidiana y en todos los ámbitos, no solamente en los discursos o en los medios. De otro modo, no es más que simple y llana simulación.

* Rogelio Villarreal es autor de Cuarenta y 20 (Moho, 2000). Próximamente aparecerán sus libros El dilema de Bukowski y Sensacional de contracultura. Ha trabajado como corrector y editor en las principales editoriales del país.

Notas
1. Véanse los Informes anuales 2001 y 2002 publicados por la CDHDF.
2. A la presentación del libro Comisiones de la verdad (en el Museo Franz Mayer, octubre de 2003) sólo asistieron alrededor de cuarenta personas (la mitad eran trabajadores de la CDHDF, incluyendo a las edecanes) de un total de 500 invitados. Comisiones de la verdad es uno de los pocos libros importantes publicados por la CDHDF, el cual pasó casi inadvertido. Editado en conjunto con la Asociación para la Prevención de la Tortura (Suiza), el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez y la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Chile), el volumen reúne reflexiones, discusiones y análisis sobre graves violaciones a derechos humanos cometidas por gobiernos y regímenes dictatoriales en varios países del mundo, incluyendo el caso de la guerra sucia en México. El desaire de los invitados a la presentación —incluida Rosario Ibarra de Piedra— es más que significativo y refleja la escasa capacidad de convocatoria de la CDHDF, por lo menos entre sectores más militantes y comprometidos.
3. La CDHDF encargó dos investigaciones sobre seguridad pública y procuración de justicia en el Distrito Federal a Antonio López Ugalde, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Sobra decir que éstas superan con mucho el nivel de la mayoría de otras investigaciones, en las cuales las conclusiones son baratas, las recomendaciones son huecas y las metodologías tratan como infantes a “las comunidades”, “las minorías” y demás “grupos vulnerables”. Las publicaciones de la CDHDF pueden solicitarse en la Subdirección de Distribución de la CDHDF, tel. 5229 5678.


Recuadro 1
El Ombudsbaby
La CDHDF fue fundada en 1993 basada en el modelo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), de aliento salinista e inspirada, a su vez, en un modelo francés. El primer presidente fue Luis de la Barreda, electo por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y reelecto para un segundo periodo. En 2000 la ALDF eligió a Emilio Álvarez Icaza (defensor de los derechos humanos desde los cinco años, como puede colegirse de la biografía que aparece en www.cdhdf.org.mx, sección Quiénes somos) para ocupar la presidencia de la CDHDF. Pero la ALDF, como las cámaras de diputados y senadores, no representan a nadie sino a sí mismas. —RV.

Recuadro 2
¡Todos juntos ya!
Cuando la invasión de Estados Unidos a Irak era ya un hecho, Álvarez Icaza invitó al personal de la CDHDF a participar en la marcha de protesta encabezada por senadores, diputados y otras especies dañinas de la vida pública nacional. Después, a la fallida “megamarcha” de los líderes de los sindicatos de electricistas, telefonistas y organizaciones campesinas, a la que se encaramaron astutamente los dinosaurios Bartlett, Cárdenas y Murat, muchos titulares de la CDHDF asistieron presurosos convencidos de que con su presencia detendrían el maligno proceso de privatización de los recursos naturales de la nación. Los lugares comunes de la izquierda mexicana —el fundamentalismo indígena y su guía suprema, Marcos, y un nacionalismo ramplón de estirpe priísta— constituyen en gran parte el sustrato ideológico de la élite dirigente de la CDHDF. Desde luego, no faltan los nuevos mártires en su santoral: la última es Digna Ochoa, que pasará a la historia con el rostro de Vanessa Bauche. —RV.

Recuadro 3
Salinas de Gortari y la creación de la CNDH
“Muchos miembros de la sociedad civil veían con reserva una iniciativa surgida desde el Estado, cuyo propósito era vigilar y sancionar a servidores públicos del mismo Estado. La clave para resolver estos señalamientos estaba en la manera de estructurar la nueva institución y, como sucedía siempre en las tareas de gobierno, también en la persona que tuviera la responsabilidad de conducirla en sus inicios.”
“Era fundamental que quien encabezara la nueva institución gozara de un pleno respeto en todos los ámbitos... El ombudsman era representante de la sociedad civil frente al Estado.”
“La CNDH se convirtió en una institución indispensable para el desarrollo democrático del país y para el fortalecimiento de la sociedad civil. Su creación y puesta en marcha respondió claramente a los propósitos del liberalismo social.”
Carlos Salinas de Gortari, México, un paso difícil a la modernidad, Plaza & Janés, 2000.

lunes, enero 26, 2004

Por qué renuncié a la CDHDF

He aquí la carta que le envié al presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, donde trabajé como subdirector de Publicaciones hasta el 15 de enero de este año. Esperen más el próximo domingo en la revista Día Siete... a darles duro a los burócratas de izquierda!


México, D.F., a 15 de enero de 2004

Maestro Emilio Álvarez Icaza Longoria
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos
del Distrito Federal

P r e s e n t e


El lenguaje de los derechos afirma que todos los seres humanos pueden participar en la deliberación esencial en la que se determinará cómo nos debemos tratar los unos a los otros.
MICHAEL IGNATIEFF, Los derechos humanos como política e idolatría (Paidós, 2003)

Hoy —mi último día de trabajo como subdirector de Publicaciones de esta Comisión— no quiero dejar pasar la oportunidad de informarle sobre las razones de mi renuncia voluntaria e irrevocable a ese cargo —del cual me hice responsable en noviembre del 2002—.
Si bien los nobles principios y los fines de la CDHDF son compartidos, en términos generales, por todos los que desean el avance de la democracia y la erradicación de la injusticia en este país, la realidad que tuve oportunidad de ver y palpar a lo largo de los últimos trece meses me obliga a concluir que la situación que prevalece en esta Comisión dista mucho de ser la ideal para una institución que pretende ser humanista, democrática y transparente, y que su discurso entusiasta y optimista no es compartido, infortunadamente, por todos sus empleados.
Tanto usted como su equipo de colaboradores más cercanos provienen de lo que se ha dado en llamar “sociedad civil organizada”, es decir, del activismo progresista o de izquierda, de organismos no gubernamentales de varios signos y tipos y hasta de partidos como el PRD y de algunas otras instituciones comprometidas con el fortalecimiento de la incipiente democracia mexicana. Sin embargo, es sorprendente que a su llegada a esta institución de Estado, es decir, a la administración pública —de suyo injusta, si hemos de ser honestos—, se adaptaron a ésta de una manera tan natural que no tardaron en reproducir estilos viciados de conducción, de relaciones y de trabajo que deberían corresponder al reciente pasado antidemocrático y autoritario y no a este presente dislocado y confuso, pero de transición y cambios, no de retrocesos. ¿Adónde se fueron esos ánimos reformadores que los caracterizaban hace apenas unos años?
Existe, por ejemplo, una estructura burocrática que ha impedido la concreción de una estrategia responsable y adecuada del programa editorial —por no mencionar a muchas otras tareas esenciales de la Comisión—, la cual debería ser producto del trabajo reflexivo y conjunto de la Presidencia, de los asesores y los titulares de todas las áreas, pero que tan sólo es en realidad una labor improvisada y soslayada (a la que sólo se atiende cuando apremian el Informe anual, las tarjetas de navidad y los reconocimientos; por suerte, ya no se imprime el menú para los consejeros...). Con todo, el programa editorial 2003 de la CDHDF se completó oportunamente.
Sólo una concepción del trabajo que destaca el discurso por encima de los resultados (a la que podemos calificar de priísta) puede explicar la ineptitud y la ineficiencia de algunos miembros de su equipo de asesores —con la honrosa excepción de Rafael Álvarez—, la prepotencia de su secretario particular y la pobre calidad de muchas de las investigaciones realizadas en diversas áreas. ¿Y de qué otra manera, si no, pueden explicarse las disposiciones del director general de Administración en relación con los retardos, las faltas y los descuentos? Esta situación, por cierto, ha provocado un sentimiento generalizado de incomodidad y malestar entre el personal de la Comisión. ¿No sería más idóneo y satisfactorio encontrar, en primera instancia, formas inteligentes y creativas de estimular la responsabilidad y la “cultura de respeto a los derechos humanos” entre los trabajadores de la CDHDF? ¿El control y la disciplina sólo pueden conseguirse mediante medidas coercitivas y hasta chantajistas? Por otra parte, una administración eficiente y ahorrativa no erogaría 11 mil pesos mensuales en la renta de un edificio que alberga un archivo muerto que nadie consultará por carecer de interés histórico. Es claro que los esfuerzos de la Administración podrían encaminarse hacia objetivos más acordes con su función, como la de aliviar la pesada carga de trabajo administrativo en todas las áreas de la institución y proveerlas de los elementos necesarios para su mejor desempeño. (Es significativo que hasta hace poco no había un Manual de Procedimientos.)
No puedo ocultar mi decepción ante el hecho de que la administración que usted preside mantiene el tinte clasista, jerárquico e inequitativo que ha caracterizado desde hace décadas a la burocracia nacional —a la sociedad entera, pues—, y más aún ver cómo se actualizan rancias políticas corporativas en aras del “control y la disciplina”. La burocracia corroe el alma y propicia conductas aberrantes en el ser humano —servilismo, oportunismo, irresponsabilidad, nepotismo, favoritismo, etc.—, distantes de los fines que persigue la defensa de los derechos humanos. Sí, la administración pública es rígida y, por desgracia, sus estipulaciones deben cumplirse: ahí están las diferencias abismales entre los sueldos y los privilegios de los altos mandos y los de los más humildes empleados y afanadores (muchos de los cuales carecen, por ejemplo, de seguridad social: una prestación obligatoria); la imposibilidad de ascender en el escalafón; la falacia del servicio civil de carrera por cuanto se privilegia a gente que proviene de fuera para ocupar puestos de importancia; el hostigamiento laboral del cual han sido objeto varios compañeros con el fin de conseguir su renuncia; los despidos del personal “incómodo” sin mayores explicaciones (trabajadoras del antiguo CAIS y un redactor que se atrevió a quejarse por los descuentos indebidos, por mencionar sólo dos casos) y el inexplicable congelamiento de las plazas vacantes. ¿Acaso se pregunta por qué ha habido tantas renuncias en las últimas semanas...? ¿Por qué una institución mediadora por excelencia, como es la CDHDF, inhibe el diálogo y la conciliación entre sus integrantes? ¿En qué lugar queda la ética que tanto se pregona?
Por estas razones, siento mucho no poder compartir con usted el entusiasmo que expresa por los logros pasados y futuros de la Comisión, y me permito expresarle, en cambio, mi más honda preocupación por el futuro de la CDHDF en una urbe monstruosa en la cual los derechos humanos son cada vez más vulnerados, incluso dentro de esta institución, a pesar de sus mejores intenciones. Lo invito a reflexionar sobre esta cuestión vital para la institución pública que dirige. Si no, ¿cómo puede arrogarse ésta la calidad moral imprescindible para emitir recomendaciones a funcionarios que atropellan los derechos humanos de los ciudadanos? La práctica de estos derechos debe darse de manera cotidiana y en todos los ámbitos, y no solamente en los discursos o en los medios. De otro modo, no es más que simple y llana simulación.
Así, es una inobjetable cuestión de principios la que me obliga a renunciar a mi puesto como Subdirector de Publicaciones de la CDHDF. No puedo seguir siendo cómplice de una situación a todas luces injusta.
Sin otro particular, aprovecho la ocasión para agradecerle la confianza depositada en mi trabajo y para enviarle un cordial saludo.


Atentamente


Rogelio Villarreal

sábado, enero 24, 2004