miércoles, junio 25, 2003

Este diálogo entre Bradbury y Marx salió publicado en La Risa de la Hiena... lo traduje de un video del programa de tele que menciono. Hay una versión más extensa sobre los Marx que se publicará pronto. aguanten...

Apuesta tu vida... Ray Bradbury conoce a Groucho Marx

Groucho: -¿Cuánto tiempo ha estado usted casado?
Concursante: Tres años maravillosos...
Groucho: Olvídese de los años maravillosos y cuénteme de los años miserables...
En You bet your life

Un buen día, a mediados de los años cincuenta, un escritor de treinta y cinco años decidióir a concursar en uno de los programas pioneros de la televisión estadunidense, Apuesta tu vida (You bet your life), que condujo Groucho Marx del 5 de octubre de 1950 al 21 de septiembre de 1961, y cuyo modelo de programa de concurso han seguido todos los programas televisivos del mundo hasta nuestros días. El escritor, alto, robusto y bien parecido, pasóal escenario acompañado de una vivaracha anciana de 75 años a la que no le gustaba cocinar, dedicada a cuidar niños y que esperaba vivir otros 25 años. Después de las presentaciones, y antes de pasar al concurso, Groucho -el gran mostacho negro ahora es real, como el humeante puro siempre en su boca- se dirigió al autor que ya empezaba a gozar de cierta fama y prestigio, pero seguramente no imaginaba que se convertiría años después en un escritor de culto.

Groucho: -¿Así que túeres Ray Bradbury?
Ray Bradbury: Sí, señor.
G: -¿Y de dónde eres, Ray?
R: Soy de un pueblito llamado Waukegan, Illinois.
G: -¿De Waukegan, eh? -¿Cuándo naciste?
R: Hace treinta y cinco años. [Bradbury nació el 22 de agosto de 1920.]
G: -¿Treinta y cinco años? Jack Benny nacióen Waukegan en ese tiempo. -¿Tú conociste a Jack Benny?
R: No, yo no lo conocí pero mi mamá fue a la escuela con él. [El famoso comediante, actor y locutor radiofónico y de televisión Jack Benny nació en 1894... A los diecisiete años trabajó con la mamá de los Marx en una comedia teatral. Murió en 1974.]
G: Mírala, pobrecita. -¿Y qué clase de trabajo haces, Ray?
R: Soy escritor [I’m a writer].
G: -¿Que tipo de jinete [Groucho quiere confundir writer con rider]? De pony express, motocicleta o de qué?
R: Escritor: e s c r i t o r.
G: -¡Qué refrescante! Un escritor que sabe deletrear. Seguramente no eres un jinete... -¿Qué más has escrito aparte de recaditos al lechero?
R: Unos cuantos libros, uno llamado Crónicas marcianas [1950]; otro que se llama Las doradas manzanas del sol [1953]; Farenheit 451 [1953], todos en la editorial Doubleday; muchos cuentos cortos para el New Yorker, The Post, Colliers Magazine, y cosas por el estilo.
G: -¿Con que eres un escritor exitoso? -¿Has hecho algún otro tipo de trabajo aparte de ciencia ficción y cuentos?
R: Sí, hice el guión de Moby Dick para John Houston.
G: -¿Oh, de veras? Con ese trabajo pescaste una ballena... [Groucho dice “A whale of a job”: una ballena de trabajo]. -¿Eres casado, Ray?
R: Sí, sí lo estoy.
G: -¿Y en dónde conociste a tu esposa, recuerdas eso?
R: Ella trabajaba en una librería, aquí en Los Ángeles; un día entré a ver libros y ella pensó que me los estaba robando.
G: Pensó que pertenecías al club mensual de rateros, -¿eh? [Groucho juega con la rima entre crook, ladrón, y book]. -¿Qué fue lo que te atrajo de tu esposa?
R: Es muy hermosa, extremadamente inteligente y lee muchísimo.
G: -¿Y esto lo supiste sólo de verla parada en la tienda?
R: Después de un rato de platicar con ella me enteré de que conocía todos mis libros y cuentos cortos, y eso me cautivó.
G: -¿Así que, a fin de cuentas, te casaste con esta chica para llegar a casa por las noches y platicar de ti?
R: Inevitablemente en eso terminó, por cierto.
G: -¿Y no encuentras que eso pueda ser aburrido después de un tiempo?
R: No, incluso me parece muy refrescante.
G: -¿Nos describes brevemente uno de tus cuentos, para tener una mejor idea de tu trabajo?
R: Escribí un cuento de ciencia ficción en el Saturday Evening Post hace algunos años, llamado “The Veldt”? [así se le llama a las sabanas del África meridional; es un cuento contenido en el libro The Illustrated Man, de 1951, en el que Bradbury inventa el concepto de realidad virtual generada por una máquina]; es la historia de dos niños que tienen un cuarto con una gran pantalla de tele, de pared a pared, en la que acostumbran ver programas sobre África. Un día los padres entran y tratan de apagar la televisión, pero los niños, por medio de algún sistema mecánico...
G: -¿Qué sistema era ése?
R: Era un secreto, no puedo decirlo, -¡no sabía!
G: Es lo que yo sospechaba.
R: Al final del cuento, cuando los padres entran al cuarto para apagar la tele, los niños hacen que los leones salgan de la pantalla y se coman a los padres... Fin del cuento.
G: Bueno, es un cuento muy sentimental, una mezcla un poco de Alicia en el País de las Maravillas y Mujercitas, -¿no?

Después del diálogo Groucho empieza con el concurso, Movie Quiz: Ray y la anciana deben responder a las preguntas de Groucho sobre trivia cinematográfica. A tres de cuatro preguntas Ray responde acertadamente: una sobre La comezón del séptimo año, con Marilyn Monroe, otra sobre una novela de Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas, y una más, Adiós, Mr. Chips. A la cuarta le falla la memoria y la pareja gana solamente 170 dólares -quizá una cantidad no tan despreciable en aquellos días. [Los videos de las películas de los hermanos Marx y del programa de televisión pueden conseguirse en tiendas especializadas. Por desgracia, no están subtitulados.] Groucho Marx nació el 2 de octubre de 1890 en Nueva York, y murió en Los Ángeles el 20 de agosto de 1977.

martes, junio 03, 2003

El hombre: amo y señor de la civilización

La agresividad superior del hombre es el más grande de todos los valores sociales y económicos.
George Gilder, en Riqueza y pobreza (uno de los libros favoritos del ex presidente Ronald Reagan).

Un historiador y periodista mexicano publicó hace unos meses ?en diciembre de 2002? un libro atroz: Huesos en el desierto (Anagrama). El autor, Sergio González Rodríguez, ofrece los pormenores de una perseverante investigación que le llevó años de evasivas, sinsabores, sorpresas desagradables y hasta un secuestro y una golpiza que lo envió dos meses al hospital. La historia de más de 300 asesinatos terribles e impunes de niñas y jóvenes mujeres en Ciudad Juárez durante diez años y la apatía y la negligencia de las autoridades, así como de su evidente complicidad en estos crímenes. Los miembros de una mafia de narcoempresarios, altos funcionarios y policías se solazan y estrechan sus lazos con el secuestro, la tortura, la mutilación, el asesinato y el desecho de los cuerpos de las víctimas en parajes desolados de la descompuesta urbe fronteriza ?esta investigación proporciona pruebas y nombres?. Si algo desconcierta es que, después de la publicación de este libro, de las protestas de los familiares y amigos de las mujeres asesinadas y desaparecidas, de la reiterada exigencia de justicia a las autoridades estatales, federales y hasta internacionales, la sociedad ?casi toda ella? permanece impávida. A pocos les importa la suerte de aquellas muchachas pobres, trabajadoras, abandonadas. No, desde luego, al bravucón Francisco Barrio, ex gobernador panista del estado de Chihuahua, cuyo periodo vio surgir las primeras desapariciones y muertes; ni al pendenciero Patricio Martínez, gobernador priista, quien alega que es un problema heredado de su antecesor y que, en realidad, no es tan grave como dicen: ?Los medios exageran.? Tampoco al locuaz Vicente Fox ?ni a la ?pareja presidencial??, cuya campaña electoral fue en parte financiada, como se desprende de las indagaciones de González Rodríguez, con dinero del narcotráfico previamente lavado por Valeria Korrodi ?hija del principal promotor de los Amigos de Fox? en El Paso, Texas.
Este caso es sólo uno de los extremos a que puede llegar la exacerbación de una misoginia extendida en todo el mundo desde hace, por lo menos, cinco mil años. Desde entonces las agresiones contra las mujeres ?en todas sus formas y graduaciones: el menosprecio, la humillación, la cosificación, la ridiculización, la subestimación, el sometimiento sutil o brutal, la discriminación, la violación, la esclavización, el asesinato y las masacres? han sido cosa de todos los días en todos los continentes y por las más disímbolas razones: religiosas, culturales, políticas o económicas ?masculinas todas ellas, desde luego. Del cercenamiento del clítoris de las adolescentes del Islam fundamentalista al asesinato de las niñas recién nacidas en algunas regiones de Asia. De la venta de las muchachas casaderas al mejor postor en las culturas indígenas de América a la lapidación de las adúlteras en el África musulmana. De la violación tumultuaria de las mujeres de los pueblos invadidos de la antigüedad euroasiática a la violación selectiva de las mujeres en las guerras de la posmodernidad occidental. De acuerdo con diferentes religiones y concepciones del mundo, y según las circunstancias históricas, a las mujeres se les puede apedrear, quemar el rostro con ácido o golpear por exigir el gasto; despojar de sus bienes, despreciar, vender o canjear. Casi todas las tradiciones califican y relegan a las mujeres, a su modo y con distinta intensidad, como impuras, indignas, obedientes, conformistas, hechiceras, curanderas, matronas, malignas, botines de guerra, embusteras, incapaces de razonar, criadas para el placer del hombre ?los ?animales domésticos a menudo placenteros? de Nietzsche?, abnegadas, paridoras de hijos ?como querían Stalin, Hitler, Mao y Ceausescu?, objetos de ornato, prostituibles, embellecidas artificialmente, deseables ?hasta no hace mucho tiempo los chinos apretaban con vendas los pies de las niñas para que éstos no crecieran; hasta no hace mucho tiempo las mujeres de países civilizados no tenían derecho a voto. La Iglesia católica se cuestionó durante siglos si las mujeres poseían alma y piadosos cristianos, judíos y musulmanes las consideran indignas del ministerio religioso: Dios es hombre, así como los profetas y los mesías?. La mujer contemporánea sigue pagando las consecuencias de una virilidad mal entendida, despótica, prepotente, egoísta. La preservación del poder a toda costa ha hecho de las mujeres sujetos prescindibles, objetos intercambiables.

En una época ya muy lejana ?el illo tempore de Mircea Eliade?, las antiguas sociedades igualitarias rendían culto a la Diosa Madre, la diosa de la fertilidad ?presente en prácticamente todas las culturas primitivas?, y en las que todos sus integrantes eran iguales y su trabajo era igualmente valioso para la vida comunitaria. En los últimos años se han publicado libros que reescriben la historia ?una historia de subordinación y violencia? a partir de nuevos hallazgos arqueológicos, antropológicos, históricos y filosóficos, y que apuntan hacia una nueva concepción de sociedad en la que pesen por igual la sensibilidad y la inteligencia de la mujer ?la otra mitad del género humano?, proscritas hasta nuestos días por la sociedad patriarcal, autoritaria y militarista ?androcrática? que ha regido en Oriente y en Occidente durante los cinco últimos milenios y que oprime también a millones de hombres. Se trata de obras como la monumental Historia de las mujeres, coordinada por Georges Duby y Michelle Perrot (Taurus, 2000); El cáliz y la espada, de Riane Eisler (Cuatro Vientos, 1998); El retorno de la diosa. El aspecto femenino de la personalidad, de Edward C. Whitmont (Paidós 1998), Dios nació mujer, de Pepe Rodríguez (Ediciones B, 1999), Mujeres que corren con los lobos. Mitos y cuentos del arquetipo de la mujer salvaje, de Clarissa Pinkola Estés (Ediciones B, 1998) y, entre muchas otras, El siglo de las mujeres, de Victoria Camps (Cátedra, 1998).
En un resumen esquemático ?y que no hace justicia a su profundidad y complejidad? puede decirse que algunos de estos libros hablan del dramático vuelco que dio la historia cuando las primeras formas de organización social ?igualitarias o solidarias, como las llama Riane Eisler?, basadas en la recolección, la horticultura, la caza, la pesca y la agricultura incipiente, y en las que la mujer tenía un papel preponderante debido a su labor en las tareas agrícolas y a su función reproductora ?que la equiparaba a la de las misteriosas fuerzas de la naturaleza?, se transformaron paulatinamente en organismos más complejos debido al desarrollo de nuevas tecnologías para el cultivo de la tierra, a los excedentes que se producían gracias a éstas, y a la necesidad de ejercer control sobre las tierras, las tecnologías y la producción. Es inevitable la aparición de la propiedad privada y la consecuente necesidad de defenderla ante los intentos de saqueo de otras tribus: a veces es más tentador robar que producir [Pepe Rodríguez]. Los hombres, más fuertes y libres de las tareas reproductivas, se organizaron en fraternidades guerreras para atacar o defenderse, relegando a las mujeres al cuidado de los niños, de la casa y de la comunidad. Las deidades femeninas sucumbían o pasaban a segundos planos ante el avasallador surgimiento de fieros dioses guerreros que exigían sacrificios y ofrendas por boca de los sacerdotes: emergía así la nueva casta que dominaba ahora la religión y la economía. El mito bíblico de Adán y Eva es un ejemplo paradigmático de la conversión de la mujer en un ser poco confiable, impuro y culpable de la expulsión del paraíso.
Los pueblos extraños eran enemigos potenciales, amenazas constantes a las propiedades y posesiones propias. La sociedad se volvía rígida y jerárquica. Nacen las ciudades-Estado y con ellas se perfecciona la estructura de dominación masculina. Los mitos ancestrales sobre la Madre Tierra ya han cedido su paso a las nuevas mitologías de héroes y conquistadores, sólo quedaban algunas figuras simbólicas, meros resabios de la importancia de las mujeres en el proceso evolutivo de la humanidad hacia la civilización: una civilización que las traicionó más pronto de lo que se imaginaban.
Dinámicas y contradictorias, las diferentes culturas son generadoras de nuevas condiciones y realidades. El hombre ?es decir, el género humano: la mejor parte de éste?, se ha detenido a reflexionar en algunos momentos de la historia. Las constantes discusiones filosóficas e ideológicas, sobre todo a partir de la Ilustración y las posteriores aportaciones de mujeres y hombres intelectuales que no se ajustaban al estereotipo del pensamiento patriarcal abrieron un lugar para la mujer en distintos ámbitos de las sociedades modernas. ?Ya en la Grecia antigua y en Roma, durante las eras isabelina y de los trovadores, durante el Renacimiento y la Ilustración, el ?problema de la mujer?, como lo llamaron Marx y Engels, ha sido un tema recurrente? [Eisler]. El lema ?Libertad, igualdad y fraternidad? no habría sido pronunciado nunca de no haber existido mujeres y hombres más adelantados a su época enfrascados en intensas discusiones e inmersos en movimientos sociales. La soga se aflojaba un poco. Sólo un poco. Lo cierto es que millones de mujeres reproducen en su práctica y en su pensamiento un esquema moldeado sistemáticamente por hombres: de la reina Victoria a Margaret Thatcher o Condoleezza Rice: mujeres para quienes la guerra, el sojuzgamiento y los papeles históricos asignados a ellas mismas son perfectamente naturales: consustanciales.

Las ideologías se agotaron y se tornaron estúpidas caricaturas del pensamiento humano. Las dictaduras marxistas fracasaron y la vorágine capitalista es incapaz de aliviar las necesidades más acuciantes de la población mundial. El machismo pervive como la ideología más perniciosa de todos los tiempos. La familia reproduce los esquemas autoritarios del Estado: el padre somete a la mujer y a los hijos de la misma manera en que es sometido por el patrón. Los niños ?y las niñas: qué pertinencia ahora la del género gramatical?, a su vez, aprenden que el mundo sigue un modelo dominador-dominado de las relaciones humanas y actúan en consecuencia frente a otras comunidades, razas, naciones... La derecha y la izquierda ?sus restos, o lo que esto signifique ahora? son machistas por igual, a pesar de los discursos políticamente correctos y de las intenciones de cumplir con cuotas igualitarias en sus principios y programas. El mundo vuelve al fundamentalismo y con ello al endurecimiento de la autoridad patriarcal. Una librepensadora como Susan Sontag puede ser acusada de traidora en el país que ha logrado los adelantos científicos y tecnológicos más importantes del planeta. Las posibilidades de establecer sociedades justas e igualitarias en cualquier parte del mundo son cada vez más lejanas, a pesar de los esfuerzos y de las intenciones de pensadores, activistas y de hombres y mujeres en busca de una sociedad de plena igualdad de todos sus miembros.
Empero, si echamos un vistazo hacia atrás y vemos que las repúblicas han sucedido a las monarquías, y que antes de éstas las sociedades esclavistas fueron reemplazadas por la sociedad feudal, y que a pesar de todo también ha habido progreso social y material, ¿quién puede asegurar que las futuras generaciones de mujeres no llegarán a tener la importancia fundamental que se les ha escamoteado durante cincuenta siglos? ?La rígida estructura social androcrática?, dice Riane Eisler, ?aprisiona por igual a ambas mitades de la humanidad en papeles inflexibles y circunscritos.? Las mujeres y los hombres deben atreverse a explorar la intuición, el pensamiento no lineal, las funciones no racionales de la mente, la sensualidad y la sexualidad, para transitar de la dominación a la convivencia. (Y las feministas, por su parte, harían bien en alejarse de la histeria sectaria y abandonar el aislamiento a que las lleva esta típica actitud del infantilismo de la izquierda.) ¿Puede avizorarse el fin del despótico dominio de hombres miopes y torpes sobre una tierra convulsa, malherida? O quizá miraremos impasibles cómo avanza inexorable la hegemonía totalitaria del imperio militar más poderoso de todos los tiempos sobre los cadáveres de millones de mujeres y hombres que merecían un destino mejor, dando al traste con los importantes cambios y logros alcanzados con grandes esfuerzos en los últimos dos siglos.

[Este texto se publica también en la revista Complot Internacional del mes de junio de 2003.]

domingo, junio 01, 2003

Rubén Ortiz, artista y profesor en la UCSD, escribió estos comentarios a propósito de mis aforismos:

Depués de leer en el Reforma los nuevos debates de los tlacuilos tenochcas de la bienal de Venecia y las declaraciones megalómanas del caudillo del arte por la gracia de dios (ahora aliado a la Bermúdez), no hay más que resistir desde el blog, el espacio alternativo, el taller y donde sea. El Pajariato está llevando el nepotismo y la corrupción tanto nacionales como del mundo del arte a nuevos niveles.
Cuando hay que hacer arte "conceptual" para poder acceder al mercado es que ya valió madres la idea.
El gesto duchampiano despolitizado, aburrido, asexualizado, comercializado, homogéneo, sin sentido del humor, obediente y lambiscón...